Tout s’est bien passé (Everything Went Fine), el homenaje de François Ozon a Emmanuèle Bernheim

Cultura

Una película cada año, ni más ni menos. François Ozon mantiene una constancia inquebrantable en su filmografía, a menudo aclamada en el Festival de Cannes. Para Tout s’est bien passé (Everything Went Fine), su cuarta película en Competición, el director ha adaptado el libro homónimo de Emmanuèle Bernheim y ha sabido convencer a Sophie Marceau, cuyo regreso a la gran pantalla es muy esperado.

Matar a su padre. El acto en sí sigue siendo un gran dilema, incluso si él mismo lo reclama. Debilitado tras un accidente cerebrovascular a sus 85 años, André pide a su hija que le ayude a morir. Ella se llama Emmanuèle y se niega en redondo. Al menos al principio.

La historia de esta mujer es la de Emmanuèle Bernheim, fallecida en 2017. Compartió la dura experiencia de la eutanasia de su padre en un libro en 2013, relato que adapta hoy François Ozon. Además de la universalidad del tema y su dimensión filosófica, el cineasta se sintió conmovido por la historia de quien define como una amiga, y quien ha colaborado en cuatro ocasiones en sus guiones (como en Swimming Pool, en Competición en 2003).

Sophie Marceau, también conmovida por esta historia y seducida por la dimensión policíaca del guion de François Ozon, presta su rostro a Emmanuèle. La actriz ha dejado su huella en la historia del Festival de Cannes, donde ha asistido como intérprete, pero también como directora para presentar su primera obra (L’Aube à l’envers, Un Certain Regard, 1995), y como parte del jurado de los largometrajes en 2015.

Al igual que ella, el resto del reparto está bien curtido en esto de Cannes. Comenzando por André Dussollier y sus nueve papeles en películas seleccionadas en Cannes, Géraldine Pailhas, que ya estuvo presente junto a François Ozon por Jeune et Jolie (Joven y bonita), en Competición en 2013, y Charlotte Rampling, fiel colaboradora desde Sous le sable (Bajo la arena) en 2000, película que supuso la consagración del director.