Rodolfo Reyes ha trazado la historia de la danza en nuestro continente

Cultura

El bailarín, coreógrafo, creador de instituciones de danza en América, Rodolfo Reyes fue reconocido con la Medalla Bellas Artes que le entregó la Directora General del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), Dra. Lucina Jiménez, quien expresó que el artista ha caminado en esa frontera donde el arte y la política se cruzan y a veces se repelen. “Otorgarle la presea hoy, en este Palacio de Bellas Artes, donde la libertad de expresión y la libertad creativa se defienden bajo cualquier circunstancia, resulta significativo”.Acompañado de investigadores, maestros, bailarines, coreógrafos y promotores de la danza, como Margarita Tortajada, Marco Antonio Silva, director del Centro de Producción de Danza Contemporánea; Ofelia Chávez, directora del Cenidi Danza José Limón; Valentina Castro, Gladiola Orozco, Lidia Romero, Cecilia Appleton, Silvia Unzueta, Carmen Bojórquez, Julio Quintero, Solange Lebourges, Héctor Garay y Miguel Zamudio, promotor del danzón en el Puerto de Veracruz, entre otros, Rodolfo Reyes agradeció con la calidez y alegría que lo caracterizan esta presea que dedicó a su familia y al público.
En la Sala Manuel M. Ponce, el galardonado recordó los inicios de una larga trayectoria de 55 años, en el campo de la danza, cuando acompañado por su padre viajó desde su natal Chiapas hasta la Ciudad de México para aprender a hacer sus “esculturitas”. Llegó a la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, donde se encontró con figuras regias como Rivera, Siqueiros y Frida Kahlo. También evocó cuando el director de la escuela, Santos Balmori, los llevó a la Academia de la Danza Mexicana para que observaran y dibujaran a los bailarines.
“Se abrió la puerta y entró de repente un caballero negro que se llamaba Xavier Francis. Nos saludó y entraron 38 bailarinas y bailarines. Al verlos dije: qué es esto. Al otro día me inscribí en la escuela y desde entonces he dedicado 55 años de mi vida a la danza. Seguí bailando y yendo con gran energía hacia adelante”.
Se refirió también cuando viajó a Cuba, donde permaneció una década y trabajó con los yorubas carabalís, con quienes formó el Conjunto Folklórico Nacional, creado a petición del comandante Ernesto Che Guevara. Con dicha agrupación hizo 45 giras por Europa, Asia, China, y por muchos países “y todo el mundo aplaudía, cantaba y bailaba con las negras y los negros de Cuba. Es el país que más amo, ahí me casé, tuve una hija que luego se fue a Miami, y tengo dos nietos pelirrojos”.
Constructor de la diversidad expresiva de la danza
La Dra. Lucina Jiménez ponderó que muchos espacios emblemáticos de creación y enseñanza de la danza en el país tienen la huella de Rodolfo Reyes. “El camino que ha construido desde la danza, desde el diálogo intercultural y desde el compromiso de los movimientos corporales que implican la identidad de los pueblos, es parte del trayecto latinoamericano que traza la historia de la danza en nuestro continente”.
Añadió que el bailarín y coreógrafo tiene muy claro que la danza es su origen y es su camino, es donde se ha hermanado con muchas y muchos creadores para construir la diversidad expresiva de la danza mexicana.
“Muchas gracias por este camino, por tu compromiso, por esta herencia, por vivir en congruencia con tu época. Eso nos enriquece y nos ayuda a saber dónde está el camino que tenemos que recorrer”, agregó la titular del INBAL.
En el máximo recinto cultural de México, agregó la Dra. Lucina Jiménez que parte del camino que ha recorrido Rodolfo Reyes ha implicado veces, ponernos frente a las realidades que no nos gustan, frente a las cosas que nos incomodan, frente a los dilemas que una sociedad tiene que debatir para saber si es posible ser mejores y si el arte puede moldear la vida.
La titular del INBAL dijo que pocas personas caminaron esa América danzarina para hacer de la danza un espacio de rebeldía, incluso frente a las estéticas predominantes. Pocas personas dedicaron 10 años de su vida para construir la posibilidad de una danza en una isla que tanto representa en el debate de arte y política.
“Eso le costaría después prisión y tortura en Chile y hemos de agradecerle a Amalia Hernández haber hecho el activismo que se requería para lograr que Rodolfo Reyes saliera vivo de aquel país”.
Creador de su propia cartografía dancística
El bailarín y coreógrafo Marco Antonio Silva se refirió a Rodolfo Reyes como un “Hércules del movimiento” y se preguntó si es posible que nombre sea destino. “Este nombre de origen germánico puede significar: aquél que gana la batalla, aquél que busca la nada o el lobo solitario. Puedo creer eso porque este hombre ha ganado múltiples batallas, ha explorado el vacío para de ahí crear y superar retos en diferentes territorios, ha creado de la nada y aún siendo en ocasiones solitario ha conformado colectivos”.
Añadió que su nombre ha sido sinónimo de aventura, curiosidad y audacia, cualidades que lo llevarían a explorar el mapa dancístico y a crear su propia cartografía, su personal manera de habitar, desde el compromiso social de la danza, la coreografía, la docencia, la investigación, la gestión; todo esto nutrido por un trabajo solidario en comunidad.
“Rodolfo es sinónimo de generosidad sin tregua, del ánimo por comenzar en múltiples ocasiones, de remontar montañas, de sembrar esperanzas en el desierto y cosechar frutos enriquecidos por el sudor de la danza”.
Luego de hacer un juego de palabras con Rodolfo Reyes, en el que el galardonado elegía con cuál se identificaba más, Marco Antonio Silva leyó un poema que la escritora Rosario Castellanos le dedicó a Reyes: Aporía del bailarín.
Por su parte, Margarita Tortajada comentó que la vida de Rodolfo Reyes ha sido el trazado de una gran cartografía de su danza que la ha expandido con sus viajes y virajes, su audacia y objetivos.
Agregó que la trayectoria que ha construido desde Chiapas, concretamente desde San Cristóbal de las Casas en 1936, carece de líneas rectas, ordenadas y predecibles; aparentemente hay caos, discontinuidad, trazos caprichosos. Sin embargo, visto con atención, hay una columna que le da coherencia a su labor: la danza. “Rodolfo se dejó atrapar por esos cuerpos que bailaban en total coordinación y por el maestro que los dirigía. Xavier Francis, a quien reconoce como su mentor”.
Asimismo destacó su paso por Cuba y la creación del Conjunto Folklórico Nacional en 1962 con el que viajó por el mundo y puso en juego todos sus conocimientos y experiencia en la danza clásica, moderna y folclórica, así como su estancia en Chile, donde tomó la dirección del Ballet Folklórico Nacional en 1969 y consolidó su metodología de investigación etnográfica para la creación escénica.
Su energía heredada a varias generaciones de bailarines ha sido la base de numerosos proyectos artísticos que conforman una producción coreográfica de cerca de 150 obras en las que se distinguen dos tipos de creación: la danza contemporánea de tipo realista-socialista, en las que da cabida a sus inquietudes políticas y su afinidad con los procesos revolucionarios, y la danza étnica, en la que retoma expresiones folclóricas de los pueblos latinoamericanos.
Su periplo también abarcó varios estados de México, como Veracruz, donde fundó la Compañía de Danza Contemporánea de la Universidad Veracruzana y el Ballet Folklórico, así como la Facultad de Danza en la misma universidad; Guerrero, en el que contribuyó a la formación de la compañía Barro Rojo; Zacatecas y Puebla, donde participó en la fundación de diversas agrupaciones de danza contemporánea, y la Ciudad de México donde creó el grupo Metrópolis-Utopía, que quedó bajo la dirección de Marco Antonio Silva.
“Un ave de paso, un navegante que toca puerto y no permanece, pero sí su obra, conduciendo, convenciendo, acumulando afectos, recibiendo premios. Rodolfo Reyes es lo que ha vivido, un ser que no descansa, que siempre está proyectando hacia el futuro, intrépido y arrojado”, finalizó.