Rinden homenaje a Salvador Aceves, baluarte de la conservación del patrimonio edificado de México

Cultura

Fuera del gremio, quizás, pocos reconozcan el nombre de Salvador Aceves García; sin embargo, su impronta y su visión se encuentran en las formas en que hoy podemos apreciar algunos de nuestros monumentos insignes como el Castillo de Chapultepec, o en la permanencia de la arquitectura vernácula que identifica a nuestras comunidades. Por una trayectoria impecable, la cual incluye la influencia en nuevas generaciones, el Seminario de Cultura Mexicana (SCM) le rindió un homenaje al reputado arquitecto.

En palabras del también arquitecto Felipe Leal, presidente de la SCM, el reconocimiento a Salvador Aceves, quien desde hace 31 años es parte de esta institución y es uno de sus eméritos, se debe no sólo al papel desempeñado en la salvaguarda del patrimonio edificado de México, sino en la concepción misma de las reglas que rigen la conservación de monumentos y sitios, pues fue uno de los redactores de la Carta de Venecia, de 1964.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) México, a través de sus titulares, Diego Prieto Hernández y Saúl Alcántara Onofre, respectivamente, junto con la maestra Norma Laguna Orduña y el doctor Francisco Pérez de Salazar, se sumaron a estos honores a quien ha sido uno de sus pilares.

Salvador Aceves se desempeñó como coordinador nacional de Monumentos Históricos (CNMH) del INAH, entre 1992 y 2001, desde donde dirigió un esfuerzo inédito hacia la catalogación de estos bienes, y afrontó con eficacia la emergencia por los daños al patrimonio derivados del terremoto del 15 de junio de 1999. La experiencia en la atención de los aproximadamente mil 500 inmuebles históricos afectados por aquel evento, resultó de gran valía para acometer el nuevo reto dejado por los recientes sismos de septiembre de 2017.

Con una humildad que contrasta con su imponente personalidad, de un semblante severo y vestido siempre de forma impecable, el arquitecto Aceves tomó el micrófono para señalar que todos esos logros son resultado del trabajo en equipo.

Se trata —dijo—, de un desempeño similar al de un coro, donde cada voz brinda una coloratura única e imprescindible para lograr la melodía, y reconoció a todos sus colaboradores y colaboradoras de la CNMH, muchos de ellos presentes en el homenaje.

“Este núcleo de trabajo que me acompañó en la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, permitió (en el momento de los sismos del 99) contar con una información muy cercana de la composición, incluso, del patrón de liderazgo, de los pueblos donde se levantaba el catálogo. El cual era menester para poder intervenir”, indicó.

Acompañado además de figuras como el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, investigador emérito del INAH; la cronista Ángeles González Gamio y el músico Sergio Vela, así como de arquitectos e ingenieros vinculados a la conservación y restauración del patrimonio cultural, todos sus colegas y amigos, Salvador Aceves aprovechó la oportunidad de hablar sobre su vocación: la arquitectura.

“Aunque hago conservación de monumentos, me considero arquitecto y, como tal, me gusta la arquitectura contemporánea. Los ‘pastiches’ me fastidian. La arquitectura contemporánea debe estar presente en el espacio histórico, porque también forma parte de su devenir. Tenemos que luchar contracorriente de los arquitectos-restauradores que van buscando el mimetismo, sin tener una capacidad de lectura de lo preexistente, y cuyos resultados son muy discutibles”.

Pese a ello, existen ejemplos muy logrados, como la restauración de la Catedral de Cuernavaca, coordinada por los arquitectos Ricardo Robina y Gabriel Chávez de la Mora, y, más recientemente, la intervención de Mauricio Rocha del Antiguo Convento de San Pablo, en la ciudad de Oaxaca, hoy convertido en centro académico y cultural. Ambos, “son obras ejemplares de cómo llegar con respeto a la arquitectura preexistente, pero con un sello de nuestro tiempo”.

En ese tenor, el director general del INAH, el antropólogo Diego Prieto Hernández, recordó que entre los proyectos más recientes del arquitecto Aceves está el nuevo vestíbulo de ingreso del Museo del Templo Mayor, el cual se integra a la Plaza Manuel Gamio, y ha permitido aumentar la cifra de visitantes a este recinto.

Asimismo, enlistó varias obras de restauración de suma complejidad, las cuales encabezó cuando estuvo al frente de la CNMH, entre ellas, la propia sede de CNMH, en la calle Correo Mayor; el Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec; en el Templo y Ex Convento de Santo Domingo de Guzmán, en Oaxaca; en el Museo Nacional del Virreinato, en Tepotzotlán, Estado de México; la muralla del Fuerte de San Miguel, en Campeche; y el Fuerte de San Diego, en Acapulco, Guerrero.

También dentro del INAH —entre 2008 y 2014— condujo proyectos y obras de restauración encauzadas para lograr la incorporación armónica de la arquitectura actual con su contexto histórico, y con el paisaje natural y edificado del entorno.

Diego Prieto y Saúl Alcántara citaron otras de sus intervenciones destacadas, como la restauración de la Plaza de Armas, la Casa del Gobernador y el Muro de las Argollas del Castillo de San Juan de Ulúa, en Veracruz; la del atrio y el claustro del Convento Franciscano de Santa Ana en Tzintzuntzan, en Michoacán; además de su apoyo en la integración de los expedientes técnicos para la inscripción de varios bienes culturales de México en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.

“La enorme capacidad profesional del arquitecto Salvador Aceves y su calidez en el trato, han despertado la admiración de quienes lo han visto actuar como docente, como arquitecto restaurador, como funcionario, como asesor, como consultor, como jurado, como evaluador de proyectos y como amigo.

“Igual en México que en Cuba, El Salvador, España, Honduras, Italia, Nicaragua y los demás países que ha recorrido, su personalidad y méritos le han permitido trascender y, en todo momento, quienes le conocen coinciden al definirlo a partir de su gran espíritu y extraordinarias cualidades como ser humano”, sentenció el titular del INAH.