Ramírez Vázquez legó una arquitectura con enfoque cultural y social al México moderno

Cultura

El arquitecto Pedro Ramírez Vázquez fue un gran consolidador de las ideas de la Revolución; con un pensamiento universal, fue creador de emblemáticos espacios arquitectónicos y organizador de eventos de trascendencia internacional, pero sobre todo fue un gran ser humano que siempre fundamentó su labor en la procuración de la convivencia social.
Así recordaron al destacado arquitecto mexicano Pedro Ramírez Vázquez (16 de abril de 1919 – 16 de abril de 2013) al cumplirse el centenario de su nacimiento, en una mesa de diálogo organizada por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) y la Academia de Artes.
El lunes por la noche en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes y ante un numeroso público, en su mayoría estudiantes y gente del gremio académico y de la arquitectura mexicana, recordaron al artista que aportó a México una arquitectura específica para la educación, la salud, la cultura, la recreación y la convivencia, y con ello dio forma al paisaje urbano nacional.
A la mesa titulada Centenario del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, moderada por la arquitecta Lourdes Cruz González Franco, acudieron Dolores Martínez Orralde, subdirectora general de Patrimonio Artístico Inmueble del INBAL; Louise Noelle Gras, secretaria académica de la Academia de Artes; el antropólogo Eduardo Matos Moctezuma y los arquitectos Javier Ramírez Campuzano, Mauricio Rocha y Ramón Vargas Salguero, quien estuvo presente a través de un mensaje que envió para la ocasión.

Luego de la proyección de una video-semblanza realizada por Ramírez Campuzano, arquitecto poseedor del archivo de su padre, Pedro Ramírez Vázquez, los participantes coincidieron en destacar la trayectoria, vida y obra del homenajeado, quien se distinguió por su gran capacidad para desempeñarse en diferentes facetas de la vida profesional y, en especial, por su “gran capacidad organizativa para hacer que las cosas sucedieran”.
Dolores Martínez, a nombre de la Directora General del INBAL, Dra. Lucina Jiménez, agradeció la presencia de los comentaristas y del público, y a la Academia de Artes por coincidir en la realización de este homenaje a Ramírez Vázquez en el centenario de su nacimiento.
“Piensa globalmente, actúa localmente. En estas palabras se puede definir a la perfección la vida y obra del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez que, sin duda alguna, con sus aportaciones arquitectónicas legó una vida cultural al México moderno”, dijo Dolores Martínez en el acto.
Ramírez Vázquez —agregó— ha sido considerado como uno de los consolidadores de las ideas de la Revolución Mexicana. Como otros personajes de su generación, respondió con su trabajo a atender las necesidades de un México moderno en ciernes que demandaba satisfactores como vivienda, educación, salud, cultura, esparcimiento, es decir, espacios para la convivencia social.
“Alrededor de los años cuarenta Ramírez Vázquez comenzó su trabajo y con ello respondió, como otros de su generación, a las demandas sociales del momento; pero su trabajo fue acorde a las necesidades de la sociedad cosmopolita que se estaba gestando entonces, y así enfrentó el desafío de combinar la modernidad global y las tradiciones locales para construir espacios habitables y socialmente incluyentes: espacios para la convivencia social”, dijo Martínez Orralde.
Y consideró: “Se trataba de proyectar, desde un ámbito local, hacia la universalidad, y con esa idea habría que considerar tres de sus magnas obras: el Estadio Azteca, la Basílica de Guadalupe y el Museo Nacional de Antropología e Historia, que junto con muchas otras dieron forma al paisaje urbano de la Ciudad de México y otras urbes del país y del mundo. En general, sus obras reflejan el más hondo sentido de la palabra: la arquitectura puesta al servicio de la sociedad”.
En un mensaje que compartió Dolores Martínez, el arquitecto Ramón Vargas Salguero coincidió con Louise Noelle Gras y Mauricio Rocha en que Ramírez Vázquez respondió a las demandas “de la construcción de un nuevo mundo” como producto de la Revolución: “Vivió inmerso en los afanes y aspiraciones de construir un espacio habitable para la población”.
Louise Noelle mencionó acerca de la arquitectura de Ramírez Vázquez creada para la educación, lo que le valió luego ser responsable de instituciones encargadas de ese tipo de infraestructura y durante 20 años levantar en todo el país más de 35 mil escuelas, por lo que recibió varios premios internacionales.
En tanto, Mauricio Rocha destacó la proyección de una larga lista de museos realizada por Ramírez Vázquez, como el Museo de Arte Moderno, el de Ciudad Juárez, Amparo de Puebla, el Centro Cultural Tijuana y el del Templo Mayor, así como mercados, hospitales, la emblemática Casa Rural, unidades habitacionales, como Tlatelolco, El Rosario y otras.
Una de sus grandes virtudes fue su “capacidad para hacer que las cosas sucedieran”, como su gran trabajo de organización en las Olimpiadas de México 1968.
El Templo Mayor y su museo de sitio
Finalmente, el antropólogo Eduardo Matos Moctezuma se refirió a la experiencia compartida con Ramírez Vázquez al trabajar juntos en dos grandes proyectos: el Templo Mayor y su museo de sitio.
“El arquitecto tenía una gran visión y todo lo contemplaba de antemano. Ramírez Vázquez estudió y se apropió de toda esa sabiduría de los pueblos prehispánicos, sobre todo la traza de sus impresionantes ciudades que luego aplicó a sus espacios para la convivencia social, y desde luego el uso de materiales regionales para adaptar el medio y ponerlo a su favor, como el tezontle, el basalto y el mármol mexicanos”, concluyó.