Que valoremos más a las personas y cuidemos el planeta: anhelos de los niños mexicanos tras el coronavirus

Internacional

Las niñas y los niños enfrentan la pandemia de COVID-19 adaptándose a nuevas modalidades de estudio e inventando nuevas actividades, pero también algunos lo hacen encarando la discriminación, a veces por los trabajos de sus padres que precisamente intentan salvar a la población, como el personal sanitario. Su deseo es que una vez que esto termine, el mundo sea un mejor lugar para todos.

Como la gran mayoría de los países en todo el mundo, México hace frente al coronavirus y como muchos otros países lo hace con medidas de distanciamiento social, entre ellas el cierre temporal de las escuelas, que obliga a los niños a estudiar en casa y a seguir la educación a distancia.

En México, los niños han estado fuera de las escuelas desde el pasado 23 de marzo por el comienzo de la Jornada Nacional de Sana Distancia. Esto ha impactado en el país a 36,5 millones de estudiantes de educación inicial, preescolar, primaria, secundaria, media superior y superior, de acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

El Centro de Información de la ONU en México habló  por WhatsApp y teléfono con 20 niños mexicanos de entre 8 y 13 años para saber cómo están viviendo el confinamiento, sus miedos e inquietudes, entre ellos la discriminación que sufren sus padres, y sus anhelos para cuando la pandemia haya pasado.

Un mundo sin discriminación

Lupita Heras tiene 13 años, vive con sus padres y su hermana en un barrio de clase media en Pachuca, en el estado de Hidalgo. Ella nos dijo por teléfono que lo más importante para cuando haya pasado la pandemia es “que sepamos valorar más a las personas y la importancia de sus profesiones”.

Su mamá trabaja en una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social como técnica de atención. A partir de esta emergencia, dice, ha tenido que cambiar sus hábitos, ya no puede llegar a casa con su uniforme por temor a contagiar a su familia, pero sobre todo por temor a ser agredida en la calle.

“Debemos aprender a valorar las profesiones y el trabajo de las personas, ver que cada uno hace una parte muy importante y que no debemos tratar mal a nadie”, señala enfática y relata con tristeza cómo nota que su mamá está “más intranquila”.

Gerardo Hernández, de 10 años, vive en la Ciudad de México, en un barrio de clase alta al Sur, en la alcaldía Tlalpan. A través de una llamada telefónica dice que debemos pensar en tener un mundo sin discriminación. “A mí y a mi hermano, los vecinos no nos dejan salir a jugar a las áreas comunes del fraccionamiento donde vivimos porque mi mamá es doctora y tienen miedo de que nosotros contagiemos a otros niños. Nosotros no hemos salido, nos lavamos mucho las manos y aun así no podemos jugar como los demás”, relata con molestia y frustración.

Luis López, de 9 años, que vive en la ciudad de Toluca, en el Estado de México, dice que la lección que debemos aprender es muy clara: cuidar el planeta. “He visto en noticias que me enseña mi papá cómo los animales están felices volviendo a sus hogares, a lugares que nosotros les hemos quitado”. Ojalá que después de esto, dice, “no volvamos a quitarles sus espacios llenándolos de basura”.

Extrañan la escuela y a sus amigos

Todos los niños entrevistados extrañan su escuela, a sus maestras y maestros, a sus amigos. Yael Isaac de 9 años, que estudia en la escuela particular Mier y Pesado en la Ciudad de México dice que lo que más extraña es la clase de Educación Física. María Fernanda Castillo, alumna de la escuela particular Centro Educativo ECA, también en la Ciudad de México, de 12 años, dice que extraña “a sus amigas, estar con la maestra y los churritos de la escuela”.

En general todos extrañan la convivencia, sobre todo los más pequeños que no pueden comunicarse tan fácilmente con sus amigos porque no cuentan con un teléfono celular propio o porque no pueden tener cuentas en redes sociales.

En cuanto a las clases, la gran mayoría las prefiere presenciales. Además, no todos pueden tomar clases de manera virtual. Por ejemplo, Fernando Balsadua de 8 años, que cursa el tercer año de primaria en la escuela pública Profesor Jesús Romero Flores, también en la Ciudad de México, tiene que llenar una guía que le envía su maestra por WhatsApp. Esto para él no es muy divertido, aunque le gusta que sus papás puedan ayudarlo en las tareas.

Emiliano, Alisson Paulina y Luis Felipe Islas, todos de 11 años y alumnos de la escuela pública Bernal Díaz del Castillo, en la Ciudad de México, tampoco se sienten muy cómodos con la modalidad de educación a distancia, dicen que extraña las actividades de la escuela y a sus compañeros. Además relatan que de esta forma les dejan más tarea y eso, claramente, no les gusta.

Su peor miedo: la muerte 

Al preguntarles si algo les daba miedo de esta situación, la gran mayoría se dijo asustado por la posibilidad de enfrentar un contagio o la muerte en su círculo cercano. Mauricio del Río, de 11 años, que vive en la Ciudad de México en la alcaldía Gustavo A. Madero, dice: “tengo miedo de que algún familiar tenga COVID-19 y que pueda morir”.

En general, todas y todos los entrevistados dicen que se sienten seguros porque no han salido de casa y se lavan muy frecuentemente las manos. No temen por ellos mismos sino por sus personas queridas. “Yo me siento muy segura porque no he salido», dice Acqua Yissel Maldonado, de 11 años, también habitante de la alcaldía Gustavo A. Madero, en donde más casos de COVID-19 se han registrado en la Ciudad de México.

Otros no temen a nada porque tienen la fortuna de estar en una familia en la que no corren peligro y hay un ambiente armonioso. Como Galilea Quetzali Mendoza, de 11 años, que vive también en la Ciudad de México, que dice: “me siento segura con mi familia”. Ella vive en la delegación Benito Juárez, en un barrio de clase media alta, con su papá, su mamá y su gatito.

En otros casos, no pueden evitar pensar en que esta situación se prolongue demasiado y además perciben la desigualdad que enfrentamos en la sociedad: “Tengo miedo de que esto sea cada vez peor y más largo, también tengo miedo de que a mis parientes o a mi nos contagie alguien. Me siento mal por toda la gente que está viviendo realmente lo que es el COVID-19” señala Shirel Ittay, de 11 años que vive en la alcaldía Coyoacán, en la Ciudad de México.

Dando rienda suelta a la creatividad

Muchos niños y niñas dijeron sentirse aburridos en estas jornadas de confinamiento. Pero nos cuentan que para ello inventan juegos o bien, tratan de aprender cosas nuevas. Jessica de 10 años aprendió a hacer galletas con su mamá, Josué de 12 está aprendiendo a bailar salsa, Angélica de 11 años está aprendiendo a pintar las paredes de su casa con su papá. Otros más tienen que aprovechar estos para poner en orden sus cuartos y no falta alguno que ha descubierto en la lectura un gran pasatiempo.

Hasta el momento, las autoridades tienen previsto que las clases se reanuden el próximo 1 de junio y que el ciclo escolar termine el 17 de julio para que las y los niños no pierdan este curso.

Hasta el 28 de abril se han reportado oficialmente en México 16.752 casos de COVID19, de los que 5329 siguen activos y 1569 han tenido un falta desenlace. La Ciudad de México es donde más casos se registran con 4474 y donde más defunciones ha habido con 348, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud.

Producción: Gabriela Ramírez del Centro de Información de las Naciones Unidas en México.