Periodismo y literatura, mis fuerzas purificadoras, afirmaba Vicente Leñero

Cultura

“El periodismo y la literatura han sido mis fuerzas purificadoras”, solía decir el periodista, dramaturgo, guionista y novelista Vicente Leñero y Otero, considerado por escritores y periodistas una de las figuras destacadas de la literatura mexicana del siglo XX y lo que va del XXI.El autor de Los albañiles, texto analítico basado en un tema policial que sirvió de argumento para el filme del mismo nombre, que le mereció gran popularidad como escritor, falleció el 3 de diciembre de 2014 a los 81 años.
La dramaturgia es perdurable y el teatro efímero, era una de las frases más recurrentes de quien fuera también ingeniero civil y académico, oriundo de Guadalajara, Jalisco, donde vio la luz el 9 de junio de 1933.
En una entrevista que le hizo el crítico literario Christopher Domínguez Michael, Leñero dijo que, paralelamente a la ingeniería, estudió periodismo porque pensó que el periodismo le enseñaría a escribir.
Reveló que, a pesar de haber escrito decenas de libros, “me cuesta un gran esfuerzo escribir, siempre me ha costado, no soy un escritor. Aunque he escrito muchas cosas, la mitad debí no haberlas escrito”, confesó.
El también autor de Los periodistas, El martirio de Morelos, Redil de ovejas y El garabato, entre otros libros, reconoció en esa charla que, pese a todo, aprendió a escribir. “Fui autodidacta y me esforcé por aprender los secretos del lenguaje escrito”.
Desde el principio de su carrera como periodista y escritor, Leñero no fue aceptado por la mayoría de sus colegas, por diversos motivos, hecho que cambió al obtener el Premio Xavier Villaurrutia por La inocencia de este mundo y al ser aceptado como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
Escribir novelas es reinventar
“Todos los escritores lo que hacemos al escribir novelas es reinventar y contar nuestra propia vida, para eso inventamos personajes. La realidad le sirve a uno para decir lo que uno siente”, dijo el dramaturgo y maestro.
Leñero estudió en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García (1956) y, a lo largo de su trayectoria, colaboró en publicaciones del país y del extranjero, principalmente en El Heraldo de México y Excélsior, dirigió el suplemento cultural de este último y las publicaciones Claudia y Revista de Revistas. Fue cofundador del semanario Proceso.
Admirado por miles de lectores, Leñero es, según el escritor Ignacio Solares, “una de las figuras destacadas de la literatura mexicana del siglo XX y lo que lleva el XXI, porque en pocas obras de escritores mexicanos se advierte tanto como en la de Vicente Leñero, la propensión totalizadora que anida en la mejor ficción, esa voracidad con que pretende tragarse el mundo, la historia presente y pasada, las más grotescas experiencias del circo humano, las voces más contradictorias y su transmutación en literatura.
Leñero tiene un apetito descomunal de contarlo y oírlo todo, de abrazar la vida entera en una fina narración o en un valiente testimonio periodístico, tan infrecuentes en un medio donde más bien imperan el susurro y la timidez”.
Estudió ingeniería civil en la Universidad Nacional Autónoma de México (1959). En 1958 obtuvo los dos primeros lugares en el Concurso Nacional del Cuento Universitario, y el siguiente año la editorial Jus publicó su primer libro de relatos: La polvareda y otros cuentos.
Fue becario del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid (1956), del Centro Mexicano de Escritores (de 1961 a 1964), en el que escribió bajo la supervisión de Juan José Arreola, Juan Rulfo y de la Fundación Guggenheim (1968).
Recibió los premios Seix Barral por su novela Los albañiles, en 1963; y el Juan Ruiz de Alarcón a la mejor obra de teatro estrenada en 1969, por Los albañiles y, en 1979, por La mudanza, obra que obtuvo además los premios de la Asociación Mexicana de Críticos y de la Unión Nacional de Críticos y Cronistas Teatrales, así como el trofeo El Heraldo del diario El Heraldo de México y el trofeo Máscaras a la mejor obra mexicana presentada en la ciudad de Morelia.
Entre otros galardones obtenidos por quien fuera formador de guionistas y dramaturgos, – como Leticia Huijara, Liza Owen y Enrique Rentería entre muchos más-, fueron el Premio Mazatlán de Literatura por Puros cuentos, en 1987; Manuel Buendía por su trayectoria periodística, en 1994; Fernando Benítez al Periodismo Cultural en 1998; Xavier Villaurrutia, en 2001, por su antología La inocencia de este mundo, y el Nacional de Ciencias y Artes de México en el área de Literatura y Lingüística, en 2002.
Fue traductor de La muerte de un viajante, de Arthur Miller, además de autor de obras teatrales como Pueblo rechazado, La carpa, Pelearán 10 rounds, El infierno, La noche de Hernán Cortés, Los perdedores y Todos somos Marcos, por mencionar algunas. Trabajó en guiones cinematográficos para El monasterio de los buitres, Los de abajo, Los albañiles, Misterio, El callejón de los milagros, La habitación azul, El crimen del padre Amaro y El garabato, entre otros.
Las y los alumnos de Vicente Leñero, atesoran su paciencia, su respeto, su escucha durante la lectura de guiones en construcción, a los que la sabiduría de Leñero apuntaló a golpe de trabajo, correcciones y cuestionamientos que el escritor hacía para que los estudiantes pudieran encontrar las herramientas necesarias que apuntalaran su historia.
Las obras de teatro, las crónicas, los textos periodísticos, policiacos, los cuentos, los fragmentos de la historia de México, plasmados en todos los géneros por Vicente Leñero, en hojas que transportan al lector al lugar de los hechos, conforman un lúcido e imprescindible testimonio de lo que somos.