Parálisis cerebral infantil puede ser prevenible con adecuado control prenatal

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La parálisis cerebral infantil (PCI) es un término que describe trastornos motores o del movimiento, ocasionados por daño cerebral, que se puede desarrollar en el período prenatal, perinatal o posnatal, y es la causa de 10 por ciento de los casos de discapacidad, informó la jefa del Servicio de Neurología del Instituto Nacional de Pediatría (INP), Matilde Ruiz García.

En el Día Mundial de la Parálisis Cerebral este 6 de octubre, la especialista subrayó que la PCI se puede prevenir con adecuado seguimiento médico del embarazo y atención de calidad durante el parto.

Explicó que el diagnóstico se debe realizar durante los primeros tres años de vida mediante exploración física y estudios de resonancia magnética, electrocardiograma, encefalograma, potenciales evocados, evaluación audiológica, visual y nutricional. Además, se requiere la historia clínica desde el embarazo, parto y periodo neonatal.

Los síntomas de la PCI incluyen dificultad y retraso del movimiento, del equilibrio y coordinación, rigidez muscular, movimientos involuntarios e incontrolados, inestabilidad y otras alteraciones neurológicas como dificultad de aprendizaje y epilepsia. Con frecuencia se identifican en los primeros meses y años de vida.

La especialista recomendó a las mujeres que planean embarazarse someterse a evaluación médica, mantener el control prenatal para reducir riesgos o atender oportunamente problemas como infecciones durante los primeros meses del embarazo, atención adecuada del parto y valoración de la persona recién nacida.

La PCI también puede ser consecuencia de falta o deficiencia de oxígeno, hemorragia intracraneal y traumatismo, que pueden presentarse durante el parto o inmediatamente posterior al nacimiento.

En la etapa posnatal, es decir, después del parto y hasta los tres años de vida, la PCI podría ser resultado de enfermedades infecciosas, accidentes cardiovasculares y traumatismos; entre el 10 y 15 por ciento de los casos ocurre por alguna alteración genética.

Subrayó que el tratamiento debe ser integral, con la participación de especialistas en pediatría, neurología, cardiología y neumología, en función de las necesidades de la persona; también intervienen otras áreas como psicología y fisioterapia ocupacional y de lenguaje.

La especialista se pronunció por eliminar el estigma y fomentar la inclusión de estas personas a la sociedad, ya que tienen gran potencial y requieren espacios de oportunidad y desarrollo.