Para los infrarrealistas el arte es disidencia y libertad

Cultura

Para los infrarrealistas el arte es disidencia, libertad y una posibilidad de transformar el mundo, por lo tanto “nada nos es ajeno y además mantenemos la constante de revalorar lo que hemos aprendido”, sostuvo la poeta Pita Ochoa durante un conversatorio realizado en la Casa del Tiempo de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Fundado en la Ciudad de México en 1975 por un grupo de jóvenes poetas, incluidos Roberto Bolaño, José Vicente Anaya y Rubén Medina, entre otros, el infrarrealismo tomó como consigna la frase de Roberto Matta “habremos de volarle la tapa de los sesos a la cultura oficial” para reivindicarla como motor del universo.

Ochoa dijo que ellas como infrarrealistas son hijas no solamente de los surrealistas, sino también de los dadaístas, futuristas, horacerianos, provocadores y libertarios, y “no hay nada que no nos importe o que nos haya pasado por la superficie”.

El cineasta y fundador del infrarrealismo José Peguero, refirió que este movimiento debe su nombre en gran parte a la ciencia ficción rusa, aquel mundo organizado al revés donde los personajes se dedican a atrapar todo tipo de energía, pasando desapercibidos mientras se nutren de toda clase de conocimiento, “eso es lo que nosotros quisiéramos ser, no pretender ningún puesto, reconocimiento ni deseo de publicar nuestros textos”.

En la estela del surrealismo, los infras concurrían a la proclama de André Breton, creador aquel género, de que la revolución necesitaba del motor liberador de la poesía y que el horizonte de la literatura y el pensamiento surrealistas es ostensible en la concepción de aquel manifiesto.

Edgar Artaud Jarry, otro de los fundadores de ese movimiento, sostuvo que este manifiesto “nos permitió tener una personalidad y poder movernos sin ningún nombre”, hasta que Roberto Bolaño empezó a publicar y vivir como escritor, gracias a él el género tomó fuerza y desde varios países y continentes surgieron personas deseosas de integrarse, entre ellos un grupo de periodistas y uno más de abogados infrarrealistas.

El infrarrealismo no se creó dentro de la academia sino afuera, una especie de underground que conlleva en sus principios un hastío al reconocimiento, por lo que ninguno de sus libros tiene ISBN, al rechazar los derechos de autor y no registrar ninguno de sus poemas.

“En lo personal no soy hijo del surrealismo –dijo Artaud Jarry– quizá porque siempre fue un conjunto muy cerrado y celoso, por eso coincidí tanto con los infras, con Hora Cero, con el dadaísmo y los poetas beat, incluso con los estridentistas como Efraín Huerta, Infrain como lo conocemos”.

La maestra Celia Fanjul Peña, académica del Departamento de Tecnología y Producción de la Unidad Xochimilco de la UAM, cuestionó el papel de los varones en esos movimientos culturales, pues aunque reivindican el derecho al aborto, poco han hecho al respecto por defenderlo.

En el conversatorio Infrarrealismo y surrealismo dijo que los movimientos sociales, por más avanzados que parezcan, deben conducir a que los varones cuestionen sus privilegios y el lenguaje que manejan, porque sin una transformación real de su relación hacia las mujeres la revolución nunca será posible.

Además recordó que el número tres de la revista La Révolution Surréaliste a cargo de Breton, tenía un poderoso mensaje en el que decía que occidente con su colonialismo, su nacionalismo y su recién creada Sociedad de Naciones pretendía terminar con lo que el derecho al opio, al alcohol, al amor y al aborto, así como del individuo a gobernarse a sí mismo, por lo que no había que cambiar al mundo, sino a la humanidad.

Laurent Doucet, director de la Casa André Breton en Francia, recordó que el surrealismo es una vanguardia artística nacida en 1924 como un movimiento antiburgués y revolucionario, contrario al racionalismo de la modernidad, cuyos integrantes propusieron la activación del subconsciente, lo irracional y el sueño mediante la “escritura automática”, aquella que no obedece a la razón ni a la moral.

Breton había sido un ferviente partidario del dadaísmo, del que compartía su espíritu crítico contra la sociedad burguesa, sus instituciones y su moral; sin embargo, buscó hacer la crítica desde una posición teórica más clara en la que influyó el psicoanálisis.

Para entender mejor al surrealismo se pueden leer partes del primer manifiesto de Breton, así como su ensayo Recuerdo de México o bien el relato de Viaje al país de los Tarahumaras de Antonin Artaud, así como algunos ensayos de Octavio Paz como el poema Noche en claro, dedicado a sus amigos Breton y Benjamin Péret.

Doucet explicó que la casa que dirige se alimenta del deseo de construir otras vías bajo la conciencia y la revolución, en su mayoría de artistas y poetas de entre 20 y 30 años, muchos de ellos del sur del continente americano, como los jóvenes de la Cooperativa Surrealista de Buenos Aires, Argentina, así como de otras de Chile, Honduras y Uruguay, que ofrecen transformar el viejo surrealismo con aportes de los pueblos originarios y del feminismo, que resultan en una especie de alquimia moderna.