Para el 2025 habrá 1.5 billones de personas con hipertensión arterial, 3 de cada 10 adultos la padecen: Gerardo Gamba Ayala

Cultura

Como parte del simposio Ciencias Biológicas y de la salud, coordinado por los colegiados José Ramón Cossío, Adolfo Martínez Palomo y Ruy Pérez Tamayo, se realizó, el 20 de mayo de 2016, la mesa Obesidad, hipertensión y diabetes. Un enfoque multidisciplinario, que El Colegio Nacional retransmitió como recomendación en línea, a través de sus plataformas digitales, el 13 de noviembre.

La sesión contó con la participación de David Kershenobich, director general del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, el médico e investigador Gerardo Gamba Ayala y el colegiado Ranulfo Romo.

El primero en tomar la palabra fue David Kershenobich, director general del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMSZ), quien comentó que la obesidad, hipertensión y diabetes plantean retos que requieren de preparación académica y gran intuición. “Estas enfermedades son muy distintas a las que estábamos acostumbrados a manejar hace unas cuantas décadas como los padecimientos infecciosos que se podían curar. La obesidad, hipertensión y diabetes se quedan para el resto de la existencia de una persona.”

Durante su intervención, el médico e investigador Gerardo Gamba Ayala aseguró que se reconoce a la hipertensión arterial como el factor número uno de muerte en el mundo, por encima de problemas como el tabaquismo o el abuso de alcohol. Su importancia radica en que es una enfermedad con una prevalencia alta, es decir al menos 3 de cada 10 adultos la padecen. Y aunque es asintomática, acelera el desarrollo de problemas que llevan a la muerte como los infartos cerebrales y la insuficiencia renal.

El director de investigación del INCMSZ explicó que se calcula que para el 2025 habrá 1.5 billones de personas con hipertensión arterial y se sabe que actualmente suceden alrededor de 9 millones de muertes en el mundo a consecuencia de ésta. En 2012 se detectaron a 22.4 millones de mexicanos con esta enfermedad, de los cuales sólo 5 millones estaban controlados. “La hipertensión es una enfermedad de causa desconocida, se tiene el riesgo de padecerla por una combinación de cambios en el genoma más la exposición al ambiente, el consumo de sal y la obesidad.”

Comentó que la sal se convirtió en un elemento útil para conservar la comida, fue tan importante que en algún momento sirvió como moneda de cambio, de ahí el nombre de salario. “El otro gran riesgo es la obesidad, en México 72% de las mujeres y 67% de hombres viven con ella y por eso el país ocupa el segundo lugar en el mundo con este padecimiento.”

Agregó que, a mayor consumo de sal, mayor presión arterial y mayor diagnóstico de hipertensión. Además, estudios han demostrado que la hipertensión arterial también está relacionada con el consumo de potasio, consumir mucho potasio se asocia con menos presión arterial, y la razón es porque el potasio es un elemento importante para determinar la función del corazón.

Esto sucede porque el sistema cardiovascular es un sistema cerrado, es decir, tiene una bomba que empuja a la sangre entre el sistema arterial y el venoso, posee una entrada que es el sistema gastrointestinal por donde se ingiere la sal y el agua, y alberga una sola salida que son los riñones, el único lugar que expulsa lo que se consume. A través de los riñones se regula la cantidad de sal que tiene el organismo.

“El individuo con presión arterial necesita subir su presión para poder estar en balance de sal, si consume mucha sal le sube la presión, porque de lo contrario la retendría y esto le ocasionaría problemas de edema agudo de pulmón. Lo que ocurre con la obesidad es que mientras mayor sea el índice de masa corporal, mayor será la presión y mientras mayor sea la grasa abdominal mayor será la presión arterial, de ahí que la obesidad se asocie con la hipertensión en un individuo. La presión aumentará conforme aumenta la grasa corporal.”

Por su parte el miembro de El Colegio Nacional Adolfo Martínez Palomo se refirió al corazón como órgano endocrino y a su relación con la obesidad y diabetes. Explicó que este órgano sintetiza dos hormonas fundamentales los péptidos natriuréticos, porque eliminan sodio y cardiacos, porque se encuentran en las aurículas.

La utilidad de los péptidos natriuréticos va desde el diagnóstico, el tratamiento y la prevención en obesidad y diabetes. Están presentes en el diagnóstico, porque permiten analizar la insuficiencia cardiaca y la hipertensión severa, además, predicen eventos cardiovasculares graves y son empleados para el tratamiento de la insuficiencia cardiaca aguda en países como Japón.

Recordó que la primera evidencia de que algo ocurría cuando se alteraba la presión arterial se realizó en 1966 por un médico mexicano, confesó que él realizó este descubrimiento hace cincuenta años mientras trabajaba en su tesis de maestría y nunca lo había presentado en público, porque a nadie le interesó el resultado de su investigación. El hallazgo lo hizo a través de experimentos con ratas y observó pequeños gránulos localizados en el corazón, que ahora se conocen como péptidos natriuréticos auriculares.

Estos péptidos son liberados por la aurícula cardiaca en respuesta al aumento de la presión arterial, su función es reducir el agua, el sodio y la grasa del tejido adiposo, órgano con funciones neuroinmunoendocrinas que participa en la autorregulación del organismo. Se sabe que la sobrecarga de sodio disminuye la población de gránulos auriculares.

En 1981, el investigador argentino Adolfo de Bold, descubrió la hormona que predice el riesgo de infarto y con ello encontró las utilidades médicas de los péptidos natriuréticos, uno de los grandes descubrimientos de los últimos años. “Entre 1628 y 1981 se descubrió que el corazón no sólo es una bomba eficiente, sino también es un órgano endocrino muy importante.”

Regulación neurológica del balance energético

Al tomar la palabra el también miembro de El Colegio Nacional, Ranulfo Romo, habló de la regulación neurológica del balance energético y de cómo el cerebro toma decisiones cuando evalúa información que viene de órganos sensoriales como la visión, el tacto y la audición, específicamente del estómago.

Subrayó que las decisiones que toma el cerebro en relación con el apetito están relacionadas con la hormona de la ghrelina, que incrementa con el hambre y disminuye al comer, sus periodos están asociados a las tres comidas que se tienen durante el día. Explicó que existen otras hormonas como la leptina que controla el peso corporal a largo plazo y la insulina, relacionada con el quemado de la glucosa.

En la obesidad se desarrolla una resistencia a la leptina, los sujetos obesos presentan hiperleptinemia, es decir concentraciones altas de leptina que contribuyen al aumento de la presión sanguínea. “No es raro imaginarse que muchos de los problemas asociados con el apetito y la obesidad tienen que ver con lo que están haciendo nuestras neuronas en desregulaciones complejas que están sucediendo en ellas. Por ello es importante lo que les sucede en el sistema nervioso central.”

Describió que el cerebro regula la conducta de ingesta a través de dos vías, la homeostática, por necesidad, asociada con las señales que vienen de la parte periférica, y la vía hedónica, que es la recompensante. El hambre sigue la lógica de la necesidad o del placer y la alimentación tiene que ver con estas dos funciones. Ambas están determinadas por un grupo de neuronas ubicadas en el diencéfalo.

En palabras del neurofisiólogo, algunos estudios arrojan que la activación de las neuronas AgRP, producen un consumo voraz y esto es porque generan una proteína que se considera el más potente estimulante del apetito, mientras que las neuronas POMC lo reduce e induce pérdida de peso.

Por otra parte, “las neuronas GABAérgicas del hipotálamo lateral del cerebro producen una señal universal que indiscriminadamente promueve conductas apetitivas y de consumo de alimentos sólidos o líquidos, pero no de alimentos aversivos. Su existencia resalta la importancia del desarrollo de la epidemia de obesidad. Quizá el problema más importante no es saciar la demanda energética de nuestro cuerpo, sino obtener una recompensa, en este sentido las drogas y la obesidad son parecidas.”

La mesa Obesidad, hipertensión y diabetes. Un enfoque multidisciplinario, se encuentra disponible en la página de YouTube de El Colegio Nacional: elcolegionacionalmx.