Obesidad y sobrepeso inciden en la esteatohepatitis: Fernández-Checa

Cultura

La obesidad y el sobrepeso tienen incidencia directa en la progresión de la esteatohepatitis alcohólica o no alcohólica –enfermedad grasa del hígado– que puede culminar en cirrosis o cáncer hepático, advirtió el doctor José Carlos Fernández-Checa Torres, director del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona, España, quien fue distinguido con el grado de Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

En los últimos 20 años “asistimos a un fenómeno mundial epidemiológico vinculado a las enfermedades hepáticas asociadas a la obesidad y a la resistencia a la insulina en el organismo, que muy probablemente va a seguir incrementándose con el tiempo”, lo que representa “uno de los problemas de salud más acuciantes de muchos países”, entre ellos México.

El licenciado en Ciencias Químicas, maestro en Ciencias Biomédicas y doctor en Ciencias Químicas, con especialidad en Bioquímica por la Universidad Complutense de Madrid expresó en entrevista que desde sus inicios en el campo de la investigación tuvo un interés especial en los males hepáticos alcohólicos, que ha cobrado mayor énfasis dada la “pandemia mundial de obesidad”.

Cuando se doctoró en química le atrajo mucho el tema de la función mitocondrial, por su capacidad para regular acciones múltiples, pues no sólo es la fábrica energética de la célula, sino que regula procesos extramitocondriales, al punto de cumplir un papel fundamental al decidir si la célula muere o sobrevive.

La mayoría de las investigaciones estaba dedicada entonces a entender la función de ciertas proteínas que participan en la actividad mitocondrial, “mientras que en nuestro caso el aporte fue estudiar lípidos”, los cuales son determinantes, en particular el colesterol, así como la de ciertos esfingolípidos que juegan un rol central en la capacidad antioxidante de la mitocondria y en cómo el consumo de oxígeno se traduce en generación de energía por la producción de radicales libres.

Una de las defensas que existen en la mitocondria para protegerse se concentra en un dipéptido pequeño denominado glutatión, fundamental para ensamblar y regular toda la actividad estratégica antioxidante.

No sólo los asuntos asociados a padecimientos cardiovasculares o de cáncer entrañan los riesgos de mayor impacto, sino también los vinculados a la obesidad, ya que inciden en la progresión de esteatohepatitis, que en general inicia con un hígado graso “relativamente benigno”, pero que puede progresar a estadios más avanzados, por ejemplo cirrosis y cáncer de hígado.

Desde 1992, el doctor Fernández Checa Torres dirige en el IIBB el grupo científico Regulación mitocondrial de la muerte celular y ha hecho aportes al conocimiento de la medicina en materia de biología y patobiología de las enfermedades hepáticas y neurodegenerativas.

En los últimos años su trabajo ha sobresalido en un nuevo campo que consiste en la caracterización de la sobrecarga de colesterol a nivel celular, el cual refiere “con claridad que el aumento de éste genera mayor susceptibilidad al daño y que no es causado por otros lípidos”.

En la búsqueda por contar con mejores formas de prevención y tratamiento de pacientes que sufren padecimientos hepáticos o neurodegenerativos, su grupo ha encontrado indicios, siempre en animales experimentales, de que la regulación de la defensa antioxidante mitocondrial –como es el aporte de glutatión– puede derivar en una terapia nueva para el tratamiento de casos, no sólo hepáticos, sino también degenerativos.

“Hemos llegado a entender que hay estrategias que de alguna manera funcionan para aumentar el nivel de glutatión mitocondrial”, con precursores como N-acetilcisteína, que se emplea en la clínica para casos de intoxicación con paracetamol, pero que en situaciones de progresión de enfermedades hepáticas o de neurodegeneración como Alzheimer, dar N-acetilcisteína no supone una garantía de incremento de glutatión mitocondrial, puesto que el aumento de colesterol, que también se acompaña en estas circunstancias, previene que el glutatión entre en la mitocondria”.

Al reconocer esta limitación se constata que hay estrategias que son capaces de “baipasear” o evitar ese bloqueo que hace el colesterol mitocondrial, por lo que “hemos diseñado tratamientos específicos derivados de glutatión que son capaces de penetrar en la mitocondria y pronto asumen la defensa de glutatión mitocondrial, sin necesidad de ser determinados o regulados por el transporte en la mitocondria”.

Con lo anterior “tenemos amplia evidencia en múltiples modelos experimentales de enfermedades hepáticas con ratones de que el tratamiento con glutatión es capaz de revertir procesos de progresión de la esteatohepatitis alcohólica o no alcohólica.

También “hemos visto cómo en células tumorales que son capaces de mantener una defensa óptima de glutatión mitocondrial, pasa lo contrario, por lo que es necesario idear estrategias para eliminar esa defensa antioxidante que trabaja en favor de las células tumorales, de manera que las perpetúa en su capacidad de progresión y de resistencia a la apoptosis”.

“Nuestro objetivo fundamental es seguir analizando y progresando en ideas estratégicas que sean utilizadas por sí solas o en paralelo con otras aproximaciones terapéuticas para el tratamiento de pacientes con enfermedades hepáticas que puedan ser desde esteatohepatitis alcohólica o no, hasta cáncer de hígado”.

Para la realización de estudios clínicos faltarían etapas “que hay que ir rellenando en los próximos años”, pues a pesar de los avances, la obesidad y el sobrepeso son problemas multifactoriales y “no hay fórmula mágica para contender con ellos”; se trata de un tema de educación, alimentación nutricional sana y un estilo de vida saludable que “de momento estamos lejos de tener”.

El doctor Fernández-Checa, quien se ha distinguido por sus aportes al conocimiento científico en las ciencias biológicas y de la salud, expresó al final de la entrevista que para él es un honor que “una de las universidades más prestigiadas de México le otorgue este reconocimiento”.

La interacción con esta casa de estudios data de casi 20 años que “tuve la suerte” de conocer a la doctora Concepción Gutiérrez y Luis Enrique Gómez Quiroz, del Departamento de Ciencias de la Salud de la Unidad Iztapalapa, en un congreso de Hepatología.

“Fue un encuentro casual”, pero desde ese momento se abrió una puerta a la colaboración, el intercambio de profesores y una “buena cooperación científica que se ha extendido a una relación personal de amistad”.

Los frutos de este vínculo han sido varios artículos de investigación que “para mí son una gran satisfacción porque de lo que iniciamos en Barcelona como un camino de estudio poco conocido, ahora tenemos la fortuna de ver cómo investigadores de la UAM han hecho eco de este trabajo y han continuado con la hipótesis inicial del colesterol en patologías de enfermedades hepáticas, realizando hallazgos de alta calidad y por su propia iniciativa”.