Necesitarán muchas horas para llenar todos los recovecos en los cuales he participado: Ruy Pérez Tamayo

Cultura

Durante tres días, del 9 al 11 de noviembre, investigadores de distintas disciplinas e instituciones universitarias dedicaron tiempo a hurgar en el pasado, presente y las aportaciones del doctor Ruy Pérez Tamayo no sólo al ámbito médico, sino a la divulgación científica y hasta la mirada del humanista.

“Si persisten en este tipo de exploración van a necesitar muchas horas para poder llenar todos los recovecos en los cuales he participado a lo largo de mi carrera”, aseveró el miembro de El Colegio Nacional, quien se refirió a dos presencias, aparecidas en las conferencias de estos días, que contribuyeron en su desarrollo profesional: Raúl Hernández Peón e Isaac Costero, “ellos fueron dos de los elementos centrales en mi formación.”

“Se ha mencionado varias veces mi relación con Raúl Hernández Peón compañero de generación y en los inicios en la investigación científica. El otro personaje fue Isaac Costero, quien tuvo una influencia extraordinaria no solamente en mí, sino en casi todas las generaciones con las que tuvo contacto, porque no sólo era un científico de corazón, sino, además, uno de los científicos más simpáticos que he conocido: se sabía todos los chistes del mundo y los contaba con una gracia fenomenal,” señaló el científico el 7 de noviembre, al finalizar la Cátedra Ruy Pérez Tamayo, realizada entre El Colegio Nacional y la Universidad Veracruzana (UV).

Oportunidad aprovechada por Pérez Tamayo para agradecer otra influencia fundamental en la construcción de lo que él es en la actualidad: “Mi madre me apoyó siempre con muchísimo cariño y con toda su fuerza, que no era poca. A ella le debo en gran parte todo lo que después logré hacer.”

Así, el poeta Vicente Quirarte, miembro de El Colegio Nacional, trajo al presente un hecho de 1991, cuando en el mundo se recordaba el centenario del fallecimiento de Arthur Rimbaud, y en la Revista de la Universidad recibieron una colaboración del investigador,” que nos revela su espíritu profesional y sensible, abierto a las manifestaciones del cuerpo y del alma.”

“El texto lleva por título ‘La enfermedad que mató a Rimbaud’, donde, con base en los testimonios médicos proporcionados por el Hospital de la Concepción en Marsella, así como en las cartas escritas por la hermana del poeta, el doctor Pérez Tamayo hizo un análisis desde esta otra orilla.”

Si el diccionario define a la patología como “parte de la medicina que estudia cómo se originan y desarrollan las enfermedades, los tejidos y los órganos enfermos, así como los síntomas y signos a través de los cuales se manifiestan las enfermedades y las causas que las producen”, para el colegiado, Ruy Pérez Tamayo encontró en el método científico, la base de toda su vida, “la razón objetiva por la cual Rimbaud dejó este mundo: a los escasos 37 años no soportó la enfermedad causada por un tumor canceroso en la pierna.”

Quirarte tomó la oportunidad para reflexionar sobre la poeta Alejandra Pizarnik, quien interrumpió voluntariamente su aventura en este mundo a los 36 años, uno antes que Rimbaud: “’suicidarme para preservarme’, dijo con dolorosa y convincente lucidez, con pleno convencimiento.”

“René Char el poeta francés escribió un poema ‘Hiciste bien en largarte Arthur Rimbaud’, en el que señala que hizo bien en echarle en cara a la literatura francesa el desprecio y cambiar “al boulevard de los holgazanes, el cafetín de los mea-liras, por el infierno de las bestias, el comercio de los astutos y los buenos días de los simples.”

Y lo mismo se puede decir de Alejandra Pizarnik, resaltó Quirarte, porque nos enseñó que la única rebelión verdadera y permanente consiste en “mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos.”

En su cátedra, Vicente Quirarte evocó unas palabras del doctor Pérez Tamayo plasmadas en el ensayo “La mejor profesión del mundo”, el cual lo retrata de cuerpo entero: “conforme empecé a aprender mi profesión y me enamoré de ella, por su doble carácter de disciplina científica y de relaciones humanas, por la demanda de usar todas mis facultades para curar, para aliviar cuando no se puede curar, y para siempre acompañar y confortar al paciente, la medicina no se convirtió en mi profesión, sino en mi vida.”

Palabras que pueden servir a todos aquellos que aún “no ven con claridad cuál podría ser su futuro profesional”, a decir del escritor, quien a través de ellas lanzó una invitación a que se considere a la medicina como la mejor de las opciones: “no serán ricos trabajando como médicos, pero tendrán una vida mucho más intensa y más llena de satisfacciones, porque la medicina es la mejor profesión del mundo.”

El humanista Pérez Tamayo

José Manuel Velasco Toro, integrante del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales, de la Universidad Veracruzana, reconoció en Ruy Pérez Tamayo a una persona con múltiples facetas: “no sólo un ser humano profundo, sino también un profesionista, un científico y un humanista.”

“Su preocupación por el cultivo de la ciencia se entreteje con el íntimo sentido humanista de un bucle, cuyo movimiento alimenta y retroalimenta su vida, su hacer en la ciencia, su actitud educativa -que se proyecta en cada página de su obra y de su conversación-, pero sobre todo por la curiosidad y el interés que despiertan las cosas nuevas.”

El historiador recordó una de las publicaciones de Pérez Tamayo, La revolución científica, donde afirma una verdad histórica: “La ciencia y la tecnología constituyen dos de las bases fundamentales de la civilización. Además, hay acuerdo general, que las áreas menos desarrolladas del globo terráqueo deben gran parte de su retraso social y económico a la falta de conocimiento científico y tecnológico.”

“Si bien él mismo se define como un antiguo aficionado de la historia”, aseguró Velasco Toro, “su inquietud humanista encontró vías de expresión a través de la historia pensada desde la razón científica. Dotado de una curiosidad por saber qué sucedió, cómo se dieron los acontecimientos y cuál fue el resultado a lo largo del proceso histórico, en sus escritos históricos está presente la certeza de que todo conocimiento histórico emana de la información: es identificada por los sentidos, analizada por la razón, explicada desde el proceso lógico y narrada con creatividad social desde el interés del acontecimiento.”

Desde la perspectiva del historiador, en esa faceta de Ruy Pérez Tamayo resulta notoria la perspicacia para identificar el nodo social esencial del hecho histórico, pues su trabajo no ronda lo superficial, sino va directo a lo relevante y al fondo de los acontecimientos.

“Su convicción de que la ciencia y la tecnología pueden ser claves para el beneficio social, cultural y económico del país: la independencia de México se logrará sólo en la medida en la que se alcance la autonomía científica, se tenga capacidad tecnológica desarrollada y una educación pública de vanguardia que impulse habilidades de pensamiento reflexivo y creativo”, enfatizó el investigador de la Universidad Veracruzana.

De esa manera se realizó la tercera sesión de la Cátedra Ruy Pérez Tamayo, El pensamiento científico y humanista de Ruy Pérez Tamayo, con lo cual concluyó este coloquio organizado por la Universidad Veracruzana y El Colegio Nacional.