Marco Bellocchio tras los pasos de un arrepentido de la mafia

Cultura

Dieciséis años después de Buongiorno, Notte (Buenos días, noche), el cineasta italiano explora otro episodio fundamental de la historia de su país con Il Traditore (The Traitor), un retrato de Tommaso Buscetta, el primer gran arrepentido de la mafia.

Desde I pugni in tasca (Las manos en los bolsillos), su primer largometraje realizado en 1965,  Marco Bellocchio no ha cesado de construir su obra en torno a figuras contestatarias, comprometidas en una lucha aguerrida contra el conformismo y la moral burguesa.

La familia, las clases sociales, el poder, la Iglesia, la prensa o incluso las fuerzas armadas: de película en película, el cineasta italiano se ha plantado, frecuentemente con una militancia asumida, contra toda forma de opresión política o social. En lo que concierne a la forma, su cine se ha tornado a la vez menos inquisidor y se ha interiorizado, desplegando sus propósitos, siempre vigorosos, de manera más simbólica, con un estilo expresionista en el que la luz juega un rol preponderante.

Para su largometraje número veintiséis, Marco Bellocchio centra su interés una vez más en uno de esos héroes rebeldes cuyos combates ha evocado con frecuencia en el pasado: Tommaso Buscetta (interpretado por Pierfrancesco Favino), antiguo miembro de la Cosa Nostra y primer gran arrepentido de la mafia italiana.

Il Traditore (The Traitor) narra la huida y el arresto de este hombre, cuyas revelaciones al célebre juez italiano Falcone sobre la estructura de « La Piovra » (« Pulpo »), sobrenombre de la Cosa Nostra, permitieron arrestar a numerosos miembros del alto mando de esta organización criminal. Su testimonio transformó las relaciones entre el Estado italiano y la Cosa Nostra.

«A veces la traición puede ser un verdadero acto heroico», afirma el director, explicando así su interés en el personaje de Tommaso Buscetta, quien con sus confesiones rompió el juramento hecho a la mafia. Marco Bellocchio explica que imaginó Il Traditore (The Traitor) – filmada entre Italia, Estados Unidos y Brasil – como una película de «denuncia social», sin retórica ni ideología, en la que los personajes se exponen a la mirada del espectador.