Los vecinos del Barrio de Tepito despidieron en ambiente festivo al cronista Armando Ramírez

Cultura

Danzones, cumbias, salsa, boleros y música cubana recrearon el ambiente en el que vivió el escritor Armado Ramírez, como parte del homenaje póstumo que se realizó en el Salón Los Ángeles, en pleno corazón de la colonia Guerrero de la Ciudad de México, donde se escenificaron fragmentos de algunas de sus obras emblemáticas, como Noche de Califas y Quinceañera, entre otras, que recordaron los años en que el barrio dominaba la cultura popular.
A casi tres meses de su deceso se recordó al autor de Chin Chin el teporocho y fundador del colectivo Tepito Arte Acá, con un homenaje alejado de la solemnidad y en un ambiente festivo, en el que cervezas, tequilas y mezcales chocaron entre sí para honrar su memoria.
Desde las siete de la noche había gente formada para despedir como se debe a Armando Ramírez, quien es recordado y admirado por la gente que convivió con él, o que lo conoció a través de su obra o su trabajo periodístico, mediante el cual, como buen cronista, registró la transformación que sufrió la Ciudad de México desde finales de los años sesenta hasta fechas recientes.
En un ambiente de algarabía y familiar, el homenaje inició con danzones y con aquellos personajes que protagonizaron algunas de sus obras: los padrotes o las ficheras, para talonear la próxima tanda y bailar con el que pagara más por la pieza. Al fondo, la efigie de Germán Valdés Tin Tan dominaba la escena.
Las palabras que se dijeron esa noche sobraban. El ambiente era lo que importaba. Un ambiente en el que convivió durante muchos años el cronista nacido en 1952 que se convirtió en uno de los hijos predilectos de la Guerrero y Tepito.
Hijo de un boxeador y un ama de casa, Ramírez tuvo que abrirse camino en el difícil mundo de las calles. Soledad y golpes fueron sus dos compañeros que le ayudaron a forjar su destino literario, expresaron los ponentes.
Cronista de barrio, sus historias salieron de sus encuadernaciones para apoderarse del Salón Los Ángeles y revivir anécdotas que a diario viven miles de personas en esta caótica, pero querida Ciudad de México.
En sus libros, Armando Ramírez dio cuenta de lo que fue el corazón de la urbe, con un lenguaje ameno y popular, alejado del academicismo y entendible para el menos estudiado y el público en general.
Considerado el “Novo popular”, Armado Ramírez nunca perdió el piso y vivía en su barrio. Por eso, el salón más famoso de la Ciudad de México lo homenajeó como debe ser: entre tragos, risas y música.