Los efectos del coronavirus en los 860.000 refugiados rohinyá pueden ser devastadores

Internacional

Tras confirmarse este jueves el primer caso de coronavirus entre la población refugiada rohinyá, las agencias humanitarias, reforzaron las medidas de prevención y lucha contra la pandemia de la COVID-19 en los campamentos situados en la región de Cox Bazar en Bangladesh.

El Gobierno del país asiático confirmó ayer el caso positivo en uno de los refugiados rohinyá que habita en el asentamiento de Kutapalong y otro caso en un habitante de la comunidad local bangladesí.

Tras la confirmación en laboratorio, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y sus socios activaron a los equipos de investigación rápida para estudiar ambos casos, iniciar el aislamiento y el tratamiento de los pacientes y localizar a sus contactos, ponerlos en cuarentena y realizar las correspondientes pruebas, siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.

ACNUR expresó su preocupación ante el fuerte impacto que podría causar la enfermedad en los asentamientos de refugiados donde hay una altísima concentración de población rohinyá, unas 860.000 personas. A esta cantidad, hay que añadirle los 400.000 habitantes locales que viven alrededor de las comunidades de acogida.

Entre las medidas que implementó ACNUR desde el mes de marzo para frenar la propagación de la pandemia figuran que el personal sanitario de todas las clínicas en los campamentos recibió orientaciones sobre Prevención y Control de Infecciones (PCI) y sobre el uso apropiado de los Equipos de Protección Individuales (EPI). Además, se capacitó a 250 personas como puntos de enlace en las clínicas sobre Sistemas de Alerta Temprana y de Respuesta.

Más de 3000 refugiados recibieron voluntariamente formación sobre la COVID-19 y trabajan en los campamentos garantizando que la población reciba mensajes clave. Los profesionales sanitarios comunitarios y los encargados de la seguridad, así como líderes, imanes y grupos de la sociedad civil se cuentan entre quienes fueron capacitados.

UNICEF construye un Centro de Tratamiento a toda marcha

Por su parte, la portavoz de UNICEF en Ginebra, Marixie Mercado, confirmó que, tras la detección del primer caso de coronavirus, el Fondo de la ONU para la Infancia está construyendo un Centro de Aislamiento y Tratamiento de Infecciones Respiratorias Agudas Graves de 210 camas. Las primeras 90 estarán listas para el 22 de mayo y el resto para el 30 de mayo.

Mientras se acaba de construir esta instalación de 210, UNICEF está convirtiendo un Centro de Tratamiento de Diarrea en uno de Aislamiento y Tratamiento, de 30 camas, cuya finalización está prevista para mañana 16 de mayo.

Los socios de UNICEF suministran agua potable y jabón a 240.000 refugiados, de los cuales más de la mitad son niños. Además, desde primeros de marzo dan acceso a más de 4200 puestos comunales de lavado de manos en los campamentos y a 160 en la comunidad de acogida. Se han desinfectado unas 9500 letrinas y 4700 instalaciones de baño.

Bangladesh puede perder los avances logrados en cinco décadas

En tono de alarma, la vocera del Programa Mundial de Alimentos, Elisabeth Byrs, advirtió que la COVID-19 amenaza con revertir los avances en materia de desarrollo logrados por Bangladesh en los últimos cinco decenios.

Byrs explicó que en Bangladesh ya viven en la pobreza 40 millones de personas y que una caída significativa de los ingresos y el consumo entre las personas vulnerables puede empujar a millones más a la pobreza.

Para garantizar que los más vulnerables no se queden atrás en la respuesta a la pandemia, señaló que el PMA necesita urgentemente 320 millones de dólares: 200 millones para su respuesta a la COVID-19 en Bangladesh y otros 120 millones para la población rohinyá.

El PMA empezó a construir nuevos almacenes para alimentos y otro tipo de artículos necesarios para la respuesta de COVID-19, y apoya a los organismos humanitarios en el traslado de suministros vitales a Bangladesh y sus alrededores.