Los científicos descubren firmas biológicas en los casos más graves de Covid-19

Cultura

Los científicos han comenzado a desentrañar uno de los misterios biológicos más complejos del nuevo coronavirus SARS-CoV-2: ¿por qué algunas personas enferman gravemente mientras que otras se recuperan rápidamente? En ciertos pacientes, según una serie de estudios recientes recogidos por The New York Times, el virus parece hacer que, literalmente, el sistema inmunológico “se vuelva loco”.

Incapaces de reunir las células y moléculas adecuadas para luchar contra el virus invasor, los organismos infectados despliegan un arsenal completo de armas que puede causar daños en tejidos sanos según afirman los expertos. “Estamos siendo testigos de algunos hechos extraños en varias etapas de la infección”, declara Akiko Iwasaki, inmunóloga de la Universidad de Yale y responsable de la dirección de los nuevos estudios sobre los que versan estas líneas.

Los investigadores que estudian estas respuestas inusuales han identificado patrones que distinguen a los pacientes en su camino hacia la recuperación de aquellos que cursan la Covid-19 de forma mucho más grave. La información obtenida podría ayudar a adaptar los tratamientos, aliviando los síntomas e incluso, derrotando al virus antes de que tenga la oportunidad de llevar al sistema inmunológico demasiado lejos.

“Muchos de estos datos nos dicen que debemos actuar de forma temprana en este proceso”, señala John Wherry, inmunólogo de la Universidad de Pensilvania y autor de un reciente artículo sobre el estudio de estas firmas biológicas. A medida que se realicen más estudios en este ámbito los investigadores pueden comenzar a probar la idea de que “es posible modificar el curso de la enfermedad”.

Cuando una infección respiratoria como por ejemplo el virus de la gripe, penetra en nuestro organismo, la respuesta del sistema inmunológico se focaliza en una acción de defensa coordinada en dos actos. El primero, una acción rápida que se dirige a la zona en la que se ha producido la infección e intenta acorralar al invasor con el objetivo de ayudar al organismo a ganar tiempo para una segunda acción más coordinada y personalizada por parte del sistema inmunológico.

Gran parte de la respuesta temprana depende de moléculas de señalización conocidas como citosinas y que se producen como respuesta a la presencia de un virus. Estas pueden movilizar refuerzos en otras partes del cuerpo desencadenando inflamación. Eventualmente estas células y moléculas que lideran la carga inicial dejarán de funcionar dando paso a los anticuerpos y células T que son especializados en la localización tanto del virus como de todas aquellas células que haya sido capaz de infectar. Este proceso coordinado de nuestro sistema inmunológico parece romperse en los pacientes que cursan la Covid-19 de forma más grave.

¿Qué sucede en los pacientes graves?

En lugar de retirarse, las citosinas que impulsan la primera carga nunca dejan de “hacer sonar la alarma”, incluso una vez los anticuerpos y células T ya están presentes. Esto significa que es posible que la respuesta inflamatoria que provocan no cese incluso cuando ya no es necesaria.

“Es normal desarrollar inflamación durante una infección viral”, recalca Catherine Blish, inmunóloga viral de la Universidad de Stanford. “El problema surge cuando esta no se puede resolver”.

Esta situación sostenida en el tiempo puede traducirse en parte de la incapacidad de nuestro organismo de mantener el virus bajo control, añade en este sentido la doctora Iwasaki. Muchas de las personas que luchan por recuperarse de la enfermedad parecen albergar el patógeno mucho después de que otros ya lo hayan eliminado, por lo que tal vez podrían continuar incitando al sistema inmunológico a prolongar el asedio inflamatorio.

Las respuestas del sistema inmunológico

Aunque las delineaciones no siempre son claras, las respuestas del sistema inmunológico a los patógenos pueden agruparse en tres categorías:

Tipo 1. Se dirige contra el virus y ciertas bacterias que se infiltran en nuestras células.

Tipo 2. Combate parásitos como los gusanos que no invaden nuestras células.

Tipo 3. Persigue hongos y bacterias que pueden sobrevivir fuera de las células.

Cada una de estas tres respuestas emplea diferentes citosinas para despertar diferentes subconjuntos de “combatientes moleculares”.

El sistema inmunológico de las personas que cursan la Covid-19 de forma moderada parecen adoptar el enfoque más sensato concentrándose en las respuestas de Tipo 1 según la investigación de la doctora Iwasaki. Los pacientes que presentan una infección más grave parecen estar invirtiendo una cantidad inusual de recursos en la generación de respuestas de Tipo 2 y Tipo 3. “Algo descabellado ya que, hasta donde sabemos, no hay ningún parásito involucrado”, explica la doctora Iwasaki.

Estos estudios sugieren que el tratamiento de los casos más grave de Covid-19 podrían requerir un restablecimiento inmunológico: medicamentos que, en teoría, lograrían restablecer el equilibrio en el organismo y volver a establecer la coordinación entre estas células que ahora actúan “perdidas”

Una desorientación que también parece extenderse al ámbito de las células B y T, dos tipos de combatientes inmunes que, por lo general, necesitan estar coordinadas en sus ataques. Por ejemplo, ciertos tipos de células T son cruciales para inducir a las células B en la fabricación de anticuerpos que combaten enfermedades.

En este sentido los investigadores informan, a la espera de más estudios que refuercen la evidencia, que el SARS-CoV-2 podría causar algún tipo de interferencia en la “comunicación” de las células B y T.

Motivo por el que estos estudios sugieren que el tratamiento de los casos más grave de Covid-19 podrían requerir un restablecimiento inmunológico: medicamentos que, en teoría, lograrían restablecer el equilibrio en el organismo y volver a establecer la coordinación entre estas células que ahora actúan “perdidas”, tales terapias podrían incluso centrarse en subconjuntos específicos de pacientes cuyos cuerpos responden de forma extraña al virus tras experimentar desde el inicio de la infección una alteración de sus citosinas.

Un reto mayúsculo en palabras de los investigadores. “El desafío aquí es tratar de mitigar la respuesta, sin suprimirla por completo, y obtener tipos correctos de respuesta. Es difícil ajustar esto”, indica el doctor Avery August, inmunólogo de la Universidad de Cornell que recuerda que, los tratamientos que bloquean los efectos de las citosinas han arrojado resultados mediocres al no haberse identificado la combinación correcta.