La música sacra en la primera parte del siglo XX, un murmullo silente

Cultura

Las obras sacras son como un murmullo silente en la historia musical de México del siglo XX, pues los libros especializados de ese periodo no guardan registro de ella, sin embargo, otros materiales y el testimonio de distintos especialistas, así como piezas generadas en esa época demuestran que existió una gran actividad nacional en ese campo.

Así dio inicio la conferencia Amnesia musical: un caso para recordar. El movimiento de la música sacra en México durante la primera mitad del siglo XX, impartida por la investigadora Lorena Díaz Núñez en el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical Carlos Chávez (Cenidim) el pasado viernes por la tarde.

Lo que la investigadora Díaz Núñez denomina amnesia musical, en referencia a las obras sacras, ocurre durante la primera mitad del siglo XX, en una época marcada por un acentuado anticlericalismo al interior del país, suceso que también arroja luz sobre las relaciones políticas entre iglesia y Estado, pero principalmente sobre el intercambio de piezas melódicas, operado entre las distintas arquidiócesis.

Posteriormente, la especialista se centró en una figura nacional que fue de suma importancia en la música sacra de México en el siglo XX: el compositor Miguel Bernal Jiménez, “el artista más talentoso vinculado a la jerarquía católica mexicana, con presencia en las arquidiócesis de todo el país”, refirió.

El compositor mexicano imprimió su estilo personal, rigor académico y disciplina artística a la música del siglo XX —mencionó Díaz Núñez—, lo que dio el tono característico a los ahora llamados autores canónicos del nacionalismo mexicano.

La especialista comentó que Bernal Jiménez llegó a España en 1948, lugar donde inició una gira de música sacra. Entre las obras que presentó se encontraba Tata Vasco, una pieza que fue prohibida en México por tratar un tema confesional.

Tata Vasco fue la primera ópera nacional del siglo XX en presentarse en España, dijo Díaz Núñez. El compositor Rodolfo Halffter la calificó como la más importante que ha producido la música mexicana y decenas de periódicos y revistas realizaron reseñas sobre la obra, como Ritmo y Mundo Hispánico.

Explicó que fue durante su gira por España que el compositor Miguel Bernal Jiménez conoció a Romano Picutti, quien fuera director de Los niños cantores de Viena. Luego de escuchar a la agrupación del coro infantil, el mexicano creó un ensamble similar en Morelia.

Posterior a su viaje por Europa —dijo la investigadora—, en 1949, el compositor mexicano organizó el Congreso Interamericano de Música Sacra, con sede en Querétaro, León, Guadalajara y la Ciudad de México, actividad recibida como uno de los sucesos más importantes sobre la memoria musical del género.

Algunas de las piezas que Miguel Bernal Jiménez compuso y se convirtieron en referentes fueron: Tres cartas de México, Suite sinfónica Michoacán, Retablo medieval y Concertino para órgano y orquesta, entre muchas otras, comentó.

La conferencia contó con fotografías y música que acompañaron las palabras de la investigadora Díaz Núñez, quien, por último, afirmó: “Bernal Jiménez creó música excelsa y sublime que propiciaba la devoción, alimentaba el espíritu y la sensibilidad de quienes la escuchaban, interpretaban y componían”.