La Celestina, la fuerza de la palabra en homenaje a Rosenda Monteros

Cultura

La Compañía Nacional de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) realizó el domingo 2 de junio un homenaje a Rosenda Monteros, actriz emérita de la CNTeatro, en la última función de la temporada de La Celestina, obra clásica que dirigiría en conjunto con Ruby Tagle, quien quedó al frente del proyecto tras el fallecimiento de Rosenda en diciembre pasado.
Fue Rosenda Monteros quien propuso la puesta en escena de esta novela dialogada de Fernando de Rojas, escrita a finales del siglo XV. Es un proyecto que, contó Enrique Singer, director artístico de la CNTeatro, Monteros quería desarrollar desde hacía tiempo.
“Rosenda tenía planeado montar La Celestina desde hace varios años, pero me lo propuso de manera formal el año pasado. Quería hacer la adaptación, actuar y dirigirla. Por supuesto que aceptamos, pues ella se merece esa distinción de poder hacer una de las obras que más le gustan. Desgraciadamente falleció en el transcurso, inició los ensayos y dejó hecha una adaptación que a mí me parece magistral”, dijo Enrique Singer.
María Eugenia Arciniega Ceballos, en un discurso en representación de la propia Rosenda Monteros, relató cómo la actriz concibió su versión de La Celestina: “Enamorada del idioma y fascinada con la Tragicomedia de Calisto y Melibea (Rosenda) se zambulló en el descomunal texto con el insistente propósito de recrear el gusto por la palabra, el tono de las voces, la melodía del idioma y la sensualidad propia de la lengua. Las últimas semanas de su vida, y toda su energía, fueron para todos ustedes: asistentes, colaboradores y creativos que acogieron su legado y, con el alma en la palabra y el corazón en la mano, nos entregan cada día la emoción fraternal de la profunda y auténtica veneración al maestro. En nombre de la Rosa, les comento que estaría muy dichosa y orgullosa con el resultado, como cuán dichosa y orgullosa estaba de pertenecer a la Compañía Nacional de Teatro”.
La Dra. Lucina Jiménez, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), mencionó que “Rosenda Monteros no es alguien de quien tenemos que hablar en pasado, pues la generosidad de su obra nos ha permitido el día de hoy disfrutar una Celestina maravillosa, que construyó leyendo todas aquellas Celestinas que llegaron a sus manos y todas aquellas Celestinas que ella misma buscó. Se prolonga en su pensamiento, acción y obra a través de las y los integrantes de esta magnífica Compañía, a través de quienes siguieron su trayecto y su compromiso, y que no sólo lo hicieron en cuerpo y alma, sino que van a continuar desarrollándolo a lo largo del tiempo. Creo yo que ésta es la casa de Rosenda Monteros y lo va a seguir siendo, y estamos absolutamente comprometidos a que su legado sea parte de la formación de las nuevas generaciones y que mantengamos siempre viva esa llama tan contundente, enérgica y férrea que ella siempre trazó. Para eso estamos aquí”.
Óscar Narváez, actor de la Compañía Nacional de Teatro que asesoró a la directora Ruby Tagle en la profundización del lenguaje y el estilo de la adaptación, dedicó sus palabras a Rosenda: “Hoy, este espacio luminoso ha sido testigo de su postrera aportación a las artes escénicas. La Celestina, navío de largo sueño, desvelo y duermevela, ha llegado al puerto de la posibilidad, destino de los que empeñan la vida en pos de la ilusión. Querida, queridísima Rosenda: La Compañía Nacional de Teatro, su elenco estable, los creativos que hicieron florecer la semilla que sembraste, que dieron forma y fondo a las expectativas de tu visión creadora y que hicieron realidad lo imaginable, ausentarán para siempre del olvido la herencia de tu sabiduría, pasión y entrega. Compañera, maestra, amiga, hermana: hasta siempre”.
Rosenda Monteros nació el 31 de agosto de 1932 en Veracruz, México. Actriz, bailarina, maestra, directora y productora, trabajó de manera ininterrumpida durante más de 60 años en teatro, cine y televisión, y ha puesto su conocimiento y energía al servicio de la palabra.
Realizó sus estudios en la Ciudad de México, donde contó con la guía de María Luisa Algarra, Josefina Vicens y Dolores del Río. Entre los maestros con los que estudió se encuentran Seki Sano, Enrique Ruelas, Álvaro Custodio, Tanya Balachova (París), Marcel Marceau (París), Luis Rivero, José Luis Ibáñez y Ludwig Margules.
Trabajó con Julio Bracho, con quien debutó en el cine; participó en la cinta Nazarín de Luis Buñuel y en Los siete magníficos de John Sturges. Formó parte del grupo de danza de Katherine Dunham, de la compañía teatral de Álvaro Custodio y de la compañía de Marcel Marceu.
La actriz interpretó el papel de Jacinta en la obra Fuenteovejuna de Lope de Vega, en la compañía dirigida por Custodio y conformada por actores mexicanos y españoles, como Ofelia Guilmáin, Ignacio López Tarso, Guillermo Orea, Pilar Sen y María Idalia.
María la Voz (1955) es el título de la película dirigida por Julio Bracho en la que participó Rosenda. La cinta está basada en un cuento de Juan de la Cabada, con guion de Bracho y Jesús Cárdenas, y fotografía de Alex Phillips.
Después de haber conocido en España a Luis Buñuel, Monteros participó en la película Nazarín, cinta de 1959 filmada en México con fotografía de Gabriel Figueroa y música de Rodolfo Halffter, que se presentó en Cannes al centro de una gran polémica y que ganó el Premio Internacional de la Sección Oficial.
Los siete magníficos, bajo la dirección de John Sturges, fue la primera coproducción con Estados Unidos en la que participara la joven actriz. Con Yul Brynner, Steve Mc Queen, Charles Bronson y James Coburn, basada en Los siete samuráis de Akira Kurosawa, la película de 1960 es considerada un clásico del género western, y generó una segunda cinta y una serie televisiva.
De 1960 a 1970, la actriz trabajó con Tania Balachova y Carmen Pitoeff. Debutó en la compañía de Marcel Marceau, con quien se presentó en el Teatro de la Ciudad de París con la obra Don Juan, para actuar más tarde en Madrid en la obra Ninette y un señor de Murcia y filmar en Londres la cinta Tiara Tahití con James Mason.
Rosenda Monteros también actuó en telenovelas, como Lucía Sombra, La Constitución y Santa. Reanudó su trabajo en teatro en obras, entre ellas La marquesa de Sade de Yukio Mishima, con dirección de Rafael López Miarnau; La Celestina, que dirigió Miguel Sabido; Fuentevaqueros, homenaje a Federico García Lorca y Una velada con Tennessee Williams, además de realizar una serie de programas de televisión cultural con Juan José Arreola bajo el título Vida y voz, realizada en México y España.
Fue profesora titular de actuación en la Escuela de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM por tres años, y participó en más de 40 obras en las que alternó su trabajo de bailarina y actriz. Hizo dos largas y exitosas temporadas en el extranjero, 21 películas mexicanas, ocho cintas extranjeras, nueve telenovelas y nueve series televisivas (dos de éstas extranjeras). Produjo 11 puestas en escena y dirigió más de nueve. Fue galardonada con más de siete premios de la crítica especializada, que incluyen: revelación, coactuación, mejor actriz (en dos ocasiones) y récord por número de funciones. En 2016 recibió la Medalla Bellas Artes por su destacada trayectoria y sus valiosas aportaciones en el ámbito de la actuación.
Desde 2008 la actriz perteneció al elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro, y a partir de 2012 fue reconocida como actriz emérita. Dentro de esta categoría actuó en los montajes Ni el sol ni la muerte pueden mirarse de frente, Ser es ser visto, Natán el sabio, El trueno dorado, La prueba de las promesas, El círculo de cal, La sangre de Antígona, Homéridas, El infierno, Proyecto Leñero “Sacrificio” y La hija del aire. En 2018 comenzó la dirección de la obra La Celestina.