Julio Castellanos, pintor exigente, profundizó los lazos entre pintura, teatro y danza

Cultura

Tres desnudos (1930), Madre e hijo (1932), Las tías (1933) y El baño (1933), forman parte de las manifestaciones artísticas de Julio Castellanos, pintor que tomó desde sus inicios una decisión especial: sólo firmaría cuadros que lo complacieran por completo, además de dejar a un lado la pintura nacionalista, aunque fue creador de excelentes óleos y murales.
Discípulo de Saturnino Herrán y de Leandro Izaguirre, Julio Castellanos González (1905-1947) ingresó a Academia de San Carlos en 1916, y dos años después viajó a Estados Unidos para
continuar sus estudios y trabajar en una empresa automotriz y, posteriormente,en 1922 asistió a las escuelas de Pintura al Aire Libre.
Este 3 de octubre, a 114 años de su natalicio, se recuerda al director del Departamento de Artes y quien además fue considerado uno de los mejores escenógrafos de la Ciudad de México, además de formar parte de la familia Revueltas, ya que estuvo casado con Emilia Revueltas.
En la obra de Julio Castellanos fueron recurrentes los retratos de algunos de sus amigos, así como autorretratos y figuras femeninas. Durante las últimas dos décadas de su vida, también incursionó en la pintura mural junto a Juan O’Gorman. Una de sus piezas más importantes es El día de San Juan (1937).
A su regreso de Europa, en 1927 se integró al Teatro Ulises, fundado por Antonieta Rivas Mercado, célebre iniciativa del Grupo Contemporáneos.
A partir de la experiencia en el Teatro Ulises, Castellanos despertó su interés por las artes escénicas y profundizar los lazos entre pintura, teatro y danza, por lo que se codeó de figuras como Julio Bracho, Gloria y Nellie Campobello, Agustín Lazo, María Tereza Montoya, Bernardo Ortiz de Montellano, Clementina Otero, Ignacio Retes, Seki Sano, Rodolfo Usigli y Xavier Villaurrutia.
En palabras del escritor y académico mexicano Justino Fernández, Castellanos “fue uno de nuestros pintores más destacados, porque enraizaba las corrientes contemporáneas de la pintura, distintas a las de otros, porque su expresión tiene un acento muy personal y una consistencia que le da categoría clásica.”
Debido a su muerte repentina, a la edad de 42 años, su obra es poco localizable, pues prefería permanecer en la invisibilidad al no firmar su creación artística. En 1935 apareció la extraordinaria litografía Cirugía casera, también se incluyen El diálogo (1936) y El baño de San Juan (1939).
Dos días antes de su fallecimiento en la Ciudad de México, Julio Castellanos concluyó su Autorretrato. Cuando murió, Castellanos González trabajaba en la escenografía del Don Quijote adaptada por Salvador Novo para el Programa de Teatro Escolar del INBAL.