José Revueltas, escritor, guionista y periodista; a 105 años de su nacimiento, su obra está traducida en francés, inglés, alemán y polaco

Cultura

A 105 años de su natalicio, el 20 de noviembre de 1914, uno de los homenajes que quizá mejor preservarán la memoria del escritor, guionista, periodista y activista social duranguense José Maximiliano Revueltas Sánchez es que, en 2014, su nombre se haya escrito con letras de oro en el Muro de honor de la ex Asamblea Legislativa del Distrito Federal hoy Congreso de la Ciudad de México.
Se hizo patente así el reconocimiento a quien junto con otros escritores, como Octavio Paz y Efraín Huerta -nombres también inscrito en oro-, contribuyeron en la definición de la identidad de los mexicanos, como capitalinos y como ciudadanos, así como en la construcción de un México democrático y plural, pues sus aportaciones literarias y su crítica fueron producto de los cambios sociales, económicos y políticos que ha experimentado nuestro país, y es una forma de que los lectores actuales y del futuro los conozcan.
En la historia de la literatura mexicana, José Revueltas (1914-1976) constituye un caso particular por ser un autor más citado que leído y más criticado que estudiado, consideran especialistas en su obra literaria.
Desde su adolescencia se sintió atraído por la ideología marxista en una época en que el comunismo estaba proscrito. Su ingreso al Partido Comunista Mexicano (PCM), a los 15 años, le valió una estancia de seis meses en una correccional en 1929. Posteriormente, dos confinamientos en las Islas Marías, prisión de alta seguridad en el Pacífico mexicano; cuatro meses la primera vez (1932) y nueve la segunda (1934), lo que marcó el inicio de una compleja relación con su partido.
Fue expulsado por sus críticas a las prácticas burocráticas a este organismo y por uno de los mejores análisis de la izquierda en México: Ensayo de un proletariado sin cabeza. Participó en la fundación del Partido Popular Socialista (PPS), del cual también expulsado por cuestionar y criticar a la izquierda.
En noviembre de 1968, Revueltas es detenido y confinado en la cárcel de Lecumberri por su participación en el movimiento estudiantil de 1968. Tres años después obtuvo su libertad.
Su legado literario
El legado de Revueltas incluye novelas, cuentos, ensayos, crónicas, guiones de cine, obras de teatro y poesía. Desde su primera novela -Los muros de agua (1941)- deja de manifiesto su maestría en el uso del lenguaje coloquial y en la compleja construcción psicológica de sus personajes.
En obras emblemáticas como El luto humano (1943) y Dios en la tierra (1944) se ocupa de la idiosincrasia de su país. Otras como Los días terrenales (1949) y Los errores (1964), causan escándalo por sus cuestionamientos políticos. Sus trabajos teóricos, México: una democracia bárbara (1958), entre otros, dejan de manifiesto su pensamiento crítico.
Entre sus premios obtenidos destaca el del Concurso Literario Latinoamericano por El luto humano (1943), el Premio a la mejor adaptación cinematográfica La otra, 1947 y el Xavier Villaurrutia por Obra Literaria,1967.
El luto humano fue traducida al inglés, italiano, húngaro y francés; Dormir en tierra y otros cuentos, al francés; El apando, al alemán, francés y polaco; Los días terrenales y El cuadrante de la soledad al francés, y Antología de textos histórico-políticos, al alemán.
Revueltas, el guionista
El trabajo de Revueltas como guionista fue prolífico. En 1945 adapta las novelas Amor de una vida, de Ladislao Bus Fekete, y Cantaclaro, de Rómulo Gallegos; en 1946, el cuento de Ryan James La paloma con el título La otra y luego A la sombra del puente junto a Salvador Novo; en 1947, La diosa arrodillada, protagonizada por María Félix, y Que Dios me perdone, con argumento de Xavier Villaurrutia.
En 1949 escribió La casa chica y Perdida, y al año siguiente se enfrascó en tres guiones: Rosauro Castro, Deseada y En la palma de tu mano; pone en escena El cuadrante de la soledad -entre otra decena de guiones-, dirigida por su cuñado Ignacio Retes, en la que actúa su hermana Rosaura y participa con la escenografía el pintor y muralista Diego Rivera.
El también cuentista, quien falleció el 14 de abril de 1976 en la Ciudad de México, fue integrante de una familia de comerciantes cuya holgura económica permitió que sus hijos tuvieran una profesión con destacada trayectoria, como es el caso de su hermano Silvestre, músico y compositor de fama internacional; Fermín, pintor y muralista, y Rosaura, escritora y actriz.