Jornadas contra la Homofobia y la Transfobia para tener un país más diverso en Cuba

Internacional

Desde 2008, la ONU apoya la promoción de los derechos sexuales de todas las personas en Cuba por medio de un evento en el que los participantes comparten sus experiencia como integrantes de la comunidad LGBTIQ+. En esta ocasión, Mariela, Paquito, Verde y Hope y Dachelys nos narran su historia.

Mariela González Noroña es “madre de una niña que tiene dos madres” y no ha sentido rechazo por ello, excepto por parte de su suegra, que quiere que la niña “tenga un padre”.

Su hija nunca ha sido mal vista ni despreciada en los espacios donde se desenvuelve. “Más bien, se ha convertido en líder”, aclara con orgullo.

La vivencia de Mariela formó parte del Panel “Familias diversas: historias de vidas no hegemónicas” que organizó el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) como parte de la 14ª edición de las Jornadas Cubanas contra la Homofobia y la Transfobia que, bajo el lema “Reescribe la felicidad”, busca defender todos los derechos de todas las personas.

Las Jornadas Cubanas contra la Homofobia y la Transfobia se realizan desde 2008 con el propósito de contribuir al reconocimiento y garantía de los derechos sexuales de todas las personas sin distinción, como ejercicio de equidad y justicia social, y al desarrollo de la educación integral de la sexualidad, como herramienta clave para la transformación y el desarrollo sostenible.

El Sistema de las Naciones Unidas en Cuba, a través del Fondo de Población de las Naciones Unidas y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, ha apoyado tradicionalmente la realización de estas jornadas, incluyendo la actual edición, que tuvo la particularidad de llevarse a cabo de manera completamente virtual y alcanzó a cientos de personas.

Un hijo, un padre, una madre y dos padrastros

Francisco Rodríguez Cruz, Paquito, relata que, en su caso, tuvo un proceso de construcción de su orientación sexual que llevó tiempo, “en ese tiempo, pasaron cosas como que me casé con una mujer y tuve un hijo”.

A pesar de las contradicciones, Paquito se siente afortunado por la familia que “hemos estado construyendo en colectivo mi actual pareja, mi hijo, los hermanos de mi hijo, la madre de mi hijo y su esposo… Con mucha comunicación, diálogo, honestidad y premeditación de la buena, hemos ido forjando nexos familiares sólidos”.

Recuerda con ternura el momento en que su hijo comprendió que tenía dos padrastros. “Los niños y las niñas, incluso los y las adolescentes, naturalizan muy rápido esta situación de diversidad familiar cuando hay cariño, cuando hay afecto, cuando hay comunicación”, dice.

La presente edición de las Jornadas Cubanas contra la Homofobia y la Transfobia se inserta en un escenario político particular, a partir de la promulgación, en 2019, de un nuevo texto constitucional que reconoce de manera explícita los derechos sexuales y reproductivos.

Además, la actual Constitución cubana blinda la protección de los derechos de las personas LGBTIQ+ con la regulación del principio de igualdad y no discriminación, y la inserción de la orientación sexual y la identidad de género como una de las causales de discriminación proscrita por la ley.

Según explica el Comité Organizador del evento, también “es inminente la modificación del vigente Código de Familia, norma jurídica en la que se desarrollarán varios de los derechos consagrados constitucionalmente, por lo que sensibilizar y educar a la población cubana es un imperativo social alineado con las voluntades políticas del país”.

Bajo la premisa de “no dejar a nadie detrás”, la ONU en Cuba ha contribuido con la labor de instituciones nacionales y organizaciones de la sociedad civil en este contexto legislativo. El UNFPA y el PNUD han apoyado la capacitación de juristas que contribuyen con la actualización del Código de las Familias, a la vez que han acompañado la formulación de políticas públicas y el fortalecimiento de capacidades de servicios nacionales de orientación jurídica que atienden a la población LGBTIQ+.

En relación con la consulta popular que precederá a la aprobación del nuevo Código de las Familias, Paquito menciona que “saldrán detractores muy fuertes, modelos patriarcales sobre una base ideológica muy retrógrada que todavía convive con nosotros, y habrá que combatir esto -en el sentido mejor de la palabra- con amor, con apertura y con visibilidad. Habrá que mostrar la realidad: la mejor familia es la que más se quiere y no la que se forma a partir de una fórmula predeterminada”.

Desde hace varios años, instituciones nacionales llevan a cabo una labor de comunicación, educación y sensibilización para eliminar prejuicios y actitudes discriminatorias.

En este proceso, las agencias de Naciones Unidas han contribuido con acciones de promoción de la salud y de los derechos sexuales y reproductivos de las poblaciones LGBTIQ+; la formación de recursos humanos y la gestión del conocimiento en salud, derechos sexuales y educación integral de la sexualidad; la visibilización de estas temáticas en la agenda pública; la creación de alianzas con instituciones gubernamentales y organizaciones de la sociedad civil; la realización de encuestas para medir actitudes discriminatorias de la población hacia estas poblaciones; el empoderamiento de redes comunitarias, como la Red de hombres que tienen sexo con otros hombres, la Red de personas trans, y la Red de personas que viven con VIH; y la transversalización de género en la respuesta al VIH, incluyendo la prevención y atención a la violencia basada en género.

Otro aporte fundamental ha sido el acompañamiento a investigaciones sobre violencia homofóbica y transfóbica en la trayectoria escolar de activistas cubanos LGBTIQ+ y la actualización e implementación de la Estrategia de Integración Social de las Personas Trans en Cuba.

Quedarse con los afectos

De pequeños, Verde Gil y su hermana realizaban viñetas, a modo de cómics, sobre sus vidas. Cuando Verde le explicó a su hermana que era una persona trans, ella recreó el personaje de Verde en versión masculina. Así le hizo ver que lo amaba, lo comprendía, lo aceptaba y asumía su identidad de género.

Verde tiene 22 años y una familia que lo ha apoyado en todo momento.

Cuando comenzó a salirle la barba, a partir del tratamiento con hormonas, su padre le ofreció “esa charla introductoria de cómo se usan las cuchillas, de cómo debía rasurarme para no cortarme”. Su madre, que antes le acompañaba a comprar ropa y le trasmitía sus criterios sobre moda, estética y femineidad, ahora adquiere para él piezas que lo hacen sentir a gusto consigo mismo y con su cuerpo.

Para Verde, la familia “es el espacio donde las personas encontramos apoyo y reconocimiento. Yo sabía que si tenía conquistado mi hogar como un lugar donde se me respetase, donde poder exteriorizar mis problemas y mis dudas, iba a encontrar fuerza para enfrentar otros dilemas que socialmente se me pudieran presentar”.

“Cuando se habla de familias no hegemónicas, yo creo que se refiere a las familias que desechan lo que se vuelve insustancial en las relaciones humanas y se quedan con todos esos afectos, con todas esas maneras de interactuar en común para crear cosas bonitas juntos, para tener una vida pacífica, para darse apoyo, y desechan toda esta otra parte marcada en moldes que no se adaptan a la realidad, a la diversidad del ser humano”.

Esperanza para las familias homoafectivas

Hope es su nombre. La traducción al español es Esperanza. Es estadounidense radicada en Cuba y, junto a Dachelys, protagoniza una historia inspiradora y poderosa: juntas tuvieron un bebé, Paulo, cuyo certificado de nacimiento avala, por primera vez en Cuba, la doble maternidad.

Dachelys considera que una familia es un espacio “de cuidado, de amor, de respeto a la diferencia, de ayuda, de apoyo constante. Y debe ser construida desde la voluntad, desde el tener un proyecto de vida duradero construido en conjunto”.

Ellas no se consideran “tan transgresoras o diferentes”, apunta Hope, pues, aunque son una pareja de dos mujeres, son dos mujeres cisgénero que no rompen “con supuestos patrones”, con “lo que se espera que puede ser construido como femenino”, precisa Dachelys.

“A pesar de eso, hemos tenido que enfrentar muchos obstáculos para tener los mismos derechos que otras familias y para que nuestro hijo también los tenga”, de ahí que hagan un llamado “al respeto a la expresión de la identidad de género” y a la diversidad de orientaciones sexuales.

De acuerdo con el Comité Organizador de las Jornadas Cubanas contra la Homofobia y la Transfobia: “la ciencia avala que las madres y padres en familias homoafectivas tienen la misma capacidad que las heterosexuales para ejercer autoridad, educar en los valores socialmente aceptados, entregar amor a sus hijas e hijos y lograr la seguridad necesaria para su desarrollo, por lo que resultan igualmente competentes”.

Cuando Cuba debata la propuesta del nuevo Código de las Familias -proceso que debe acontecer en los próximos meses- personas como Mariela, Paquito, Verde, Hope y Dachelys esperarán con ansias que esta nueva ley fortalezca el ejercicio de sus derechos y el de todas las familias, con diseño hegemónico o no.

Los prejuicios, el machismo y las herencias de una cultura patriarcal aún pesan mucho. Pero la aspiración de garantizar todos los derechos para todas las personas -y para todas las familias- parece estar ahora más cerca.

Reportaje elaborado por Mabel Olalde, Mairilian Acosta y la Redacción del Sistema de las Naciones Unidas en Cuba