Jane Campion, la femme cinéma (Jane Campion, the Cinema Woman), entrevista a Julie Bertuccelli

Cultura

Tras Desde que Otar se marchó (Depuis qu’Otar est parti) (2003) y El árbol (The Tree) (2010), Julie Bertuccelli firma el documental Jane Campion, la femme cinéma (Jane Campion, the Cinema Woman), un sublime retrato de la directora, presentado en Cannes Classics. La francesa utiliza numerosas imágenes de archivo para recorrer la excepcional trayectoria de la neozelandesa y cuestionar, de paso, las dificultades de la creación.

¿Cómo surgió su película?

Jane Campion es una de mis directoras preferidas. Hacía tiempo que quería hacer una película sobre ella y Arte me lo ofreció, así que me puse manos a la obra con mucho gusto. Pasé casi dos años con ella, durante el confinamiento. Había un centenar de rushes de entrevistas, tuve que recorrer cielo y tierra para encontrar los archivos, los extractos de sus películas, los making-off, las clases magistrales, las conferencias de prensa… Véronique Nowak, una maravillosa documentalista, encontró estos archivos. Teníamos un material realmente extraordinario y era como hacer un encaje. Me gustó la idea de que las entrevistas empleadas fueran antiguas, para apreciar la evolución de sus palabras, observar su transformación, su maduración. Y, como, a decir verdad, no quería que hubiera comentarios, había que tejer un camino a través de su obra y su vida. Ahí residía la dificultad.

¿Cuál es la perspectiva del documental?

También es un documental sobre la profesión de director y directora. Su trayectoria como mujer, a través de temas que nos trasladan de una película a otra, y una auténtica inmersión en esta profesión que también es la mía. Mediante un tercero, también expreso mucho sobre mi relación con el cine. Sin pretender compararme, tengo muchas cosas en común con ella en mi manera de concebir esta profesión, el guion, la dirección de los actores, la dificultad y la vulnerabilidad de la inspiración, y cómo se gestiona todo ello.

También me encantó desmenuzar los momentos clave de su vida, los desencadenantes. Cómo decidió arriesgarse un buen día, cuando tenía 25 años: «Tengo que llegar hasta el final, ver de lo que soy capaz». Ella asistió a la escuela de cine, y fue interesante ver cómo encontró allí también su lugar. A los profesores no les gustaban sus películas, así que no sentía la presión, confiaba en sí misma. Siguió su propio camino, hay menos expectativas cuando se es mujer. Eso deja el campo más libre para expresarse. Para los jóvenes, el hecho de ver cómo lidiar con su faceta única también es un bonito mensaje.

¿Es una película sobre el feminismo?

No ha hecho de ello la lucha de su vida, pero sus películas tratan de la feminidad, y ella misma habla mucho de ello en los diferentes festivales. Y eso también ha sido una de sus grandes batallas. Tiene muchísimo talento. Debido a que sus películas eran sublimes, se le abrieron las puertas. Durante mucho tiempo, fue la única directora que ganó la Palme d’or con El piano (The piano) en 1993 (y sin embargo, ¡ex aequo!), tras su Palme d’or por el cortometraje Peel en 1986. La segunda en recibir un Óscar con El poder del perro (The Power of the Dog) en 2021, tras Kathryn Bigelow. Su trayectoria ya nos da una lección, siempre fue la única y durante un tiempo no nos dimos cuenta. Es un bello reflejo de los límites de la paridad en el cine.