Hay un retroceso del sistema de salud a los años 70 del siglo pasado: Julio Frenk

Cultura

“México es hoy el cuarto país del mundo con más muertes por coronavirus, sólo superado por Estados Unidos, Brasil y la India, somos el doceavo país con el mayor número de casos, pero 20% de éstos corresponden a trabajadores de salud, tenemos el porcentaje más alto, es un campeonato vergonzoso”, aseguró el miembro de El Colegio Nacional, Julio Frenk, al participar en la última conferencia de este año del ciclo Viernes viral, que coordina el colegiado Antonio Lazcano.

El también rector de la Universidad de Miami agregó que, de acuerdo con las proyecciones del Instituto para la Medición y Evaluación de la salud, la fuente más utilizada en el mundo, para finales de marzo de 2021 el número de decesos en México llegará a 162 mil, y que el trágico regalo de Navidad que recibirá la población mexicana es que cada dos minutos morirá una persona por COVID-19.

“COVID-19 es ya la primera causa de muerte en México, lo que representa un retroceso dramático. Hace, por lo menos, 30 años que una enfermedad infecciosa no se ubicaba dentro de las primeras causas de muerte en el país, lo que significa un retroceso. Esta situación dramática no es producto de la naturaleza, sino del resultado de malas decisiones en el manejo de una pandemia, que, de haberse enfrentado de manera oportuna, inteligente y agresiva ya estaría muy cerca de mantenerse bajo control.”

El médico mexicano hizo hincapié en que el pobre desempeño de México se vio agravado por una muy torpe reestructuración del sistema de salud, que empezó con el gobierno actual y que tuvo un momento culminante con la creación el Instituto de Salud para el Bienestar.

Enfatizó que la respuesta a la pandemia en México fue tardía, tibia y descoordinada. El primer caso de COVID-19 se diagnosticó el 28 de febrero y no fue hasta finales de marzo que se tomó una decisión. “El gobierno optó por minimizar y trivializar la presencia de la infección en el país, las autoridades de salud afirmaron erróneamente que el arribo del virus no representaba un peligro porque dijeron que la mortalidad era menor a la de influenza. No se suspendieron ni los conciertos, ni partidos, ni bares; las autoridades no consideraron necesario organizar una campaña de información, ni un operativo de detección y aislamiento de casos, que es lo que hacemos en salud pública cuando hay un nuevo brote epidémico.”

En palabras del colegiado, México ha perseguido al virus por no actuar enérgicamente y ese es el contraste con países como Nueva Zelanda, que desde el primer momento tomó decisiones rápidas y firmes. “Las responsabilidades operativas en ese momento se denegaron a los estados, a pesar de que los manuales en el manejo de epidemias indican que es necesario desarrollar una respuesta unificada a nivel nacional para coordinar la toma de decisiones. Esa falta de un mando central efectivo y los desacuerdos con las entidades federativas han sido dos de las características más lamentables de esta contingencia y un patrón de los gobiernos populistas”.

Agregó que el Gobierno Federal en el país ignoró el llamado de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de utilizar masivamente las pruebas para identificar los casos y sus contagios, incluso lo consideró un desperdicio de recursos, y descartó el uso del cubrebocas como medida opcional para controlar la transmisión de la infección, a pesar de las evidencias científicas de su eficacia como las propuestas por investigadores como Mario Molina.

“En México no hubo realmente una ola, nunca bajamos por esa decisión de subordinar la respuesta de la pandemia a imperativos políticos. A pesar de que se superaron las 60 mil muertes que se consideraban un escenario catastrófico, se sigue declarando como una acción propagandística que la respuesta ha sido exitosa, pero las 110 mil muertes actuales contradicen lo anterior.”

“La pandemia se produjo justo en medio de un proceso de desmantelamiento del sistema de salud de México, que empezó con los recortes a la Secretaria de Salud en 2016, pero que han seguido con este gobierno y fueron acompañados por la desaparición del seguro popular. El nuevo Instituto de Salud para el Bienestar hizo su desastroso debut justo en el momento en que se anunciaba al mundo el surgimiento del coronavirus SARS-CoV-2. La dependencia, que se ha planteado proveer de servicios de primer y segundo nivel a la población sin seguridad social, en veinte entidades federativas, nació sin un diagnóstico, sin un diseño y arrancó sin reglas de operación en enero.”

El médico aseguró que el instituto no ha sido capaz de establecer un mecanismo confiable de compra y distribución de medicamentos e insumos para la salud, lo que se ha replicado, por ejemplo, en un preocupante desabasto de vacunas y medicamentos oncológicos. “Si queremos ver cuánto se ha retrocedido, déjenme decirles que junto a la pandemia de coronavirus estamos viviendo una epidemia paralela de sarampión, una enfermedad altamente contagiosa, que había sido controlada gracias a los avances del Programa Universal de Vacunación instaurado en el llamado periodo neoliberal. En 2020 se registraron 196 casos de sarampión, en el país, el mismo número que los que se habían acumulado en los 20 años previos”.

Explicó que los hospitales públicos carecían en su mayoría de personal especializado, de equipo de protección para trabajadores de la salud, de medicamentos y ventiladores, todo ello producto de los recientes recortes presupuestales y de la respuesta tardía de las autoridades a la pandemia, es por ello que estos centros no han podido atender la demanda de servicios por COVID-19. “La incorporación de la Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) a la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud denota una falta de comprensión de principios básicos de administración pública, una cosa es la acción regulatoria y otra el manejo de situaciones como la pandemia”.

“Lejos de movernos hacia un futuro, lo que se está haciendo es un retroceso del sistema de salud a los años 70 del siglo pasado. Ahora las decisiones en materia de regulación sanitaria estarán sometidas a una lógica política, lo que es muy peligroso.  El resultado de todo esto es una Secretaría de Salud disminuida, rebasada por la pandemia y por la responsabilidad de coordinar la prestación directa de servicios personales de salud para la población sin seguridad social.”

El también sociólogo enfatizó que abundan las señales que indican que la actual administración de salud no podrá cumplir con sus obligaciones y que, al menos que enmiende el rumbo, éste será un sexenio de franco retroceso. “Qué podemos hacer para evitarlo, es crucial la participación de los ciudadanos, porque hay el riesgo de que el retroceso se extienda al campo democrático general del país, y para ello es indispensable que los ciudadanos empiecen a exigir cuentas a las autoridades de salud, se les debe requerir que expliquen las causas de los inadmisibles subregistros de casos y muertes de COVID-19, que respondan por las miles de muertes evitables y en exceso que ocurren actualmente, que justifiquen la desaparición del Seguro Popular y del Fondo de Protección Contra Gastos Catastróficos.”

“Lo que todavía se puede hacer es integrar estos tres fondos, el Seguro de Enfermedades y Maternidad del IMSS, el Seguro Médico del ISSSTE y el Seguro Popular para la población no asalariada, en un fondo universal de salud y abrir el acceso de las instalaciones de atención del sector público a todos los ciudadanos para no tener un sistema segregado. La otra lección de la pandemia es revertir el ataque a la ciencia y los científicos. Porque de lo contrario vamos a estar condenando a México a la dependencia científica y tecnológica.”

La conferencia La pandemia de COVID-19: un balance se encuentra disponible en la página de YouTube de El Colegio Nacional: elcolegionacionalmx.