Formó generaciones de artistas gráficos durante cinco décadas el maestro Octavio Bajonero

Cultura

El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura lamenta el deceso del maestro y grabador Octavio Bajonero (1940-2019), cuya trayectoria es de más de cinco décadas en las que desarrolló una amplia obra gráfica y formó generaciones como maestro y subdirector de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda.
Nació el 8 de marzo de 1940 en Charo, Michoacán. Desde niño mostró interés y talento para el dibujo y en uno de sus viajes a la Ciudad de México, luego de ver un anuncio sobre la Primera Bienal Internacional de Grabado, decidió investigar sobre esta actividad a la que dedicó su vida.
Estudió en la Academia de San Carlos donde aprendió las técnicas de xilografía, litografía, linoleografía, grabados en metal y monotipos. También aprendió técnicas de pintura, además de hacer modelados y relieves en escultura. Pero fue el grabado el que lo atrapó y al que se dedicó con gran interés.
La maestra Celia Calderón, grabadora y pintora, fue quien lo guió en sus primeros pasos profesionales y lo presentó en el Taller de Gráfica Popular, en el que permaneció durante tres años, de 1962 a 1965. Otros de sus maestros fueron Francisco Moreno Capdevilla, Adolfo Mexiac, Antonio Ramírez y Mauricio Lasanski.
La devoción del artista por las figuras indígenas, las tradiciones y la riqueza del arte popular impregnó sus grabados, dibujos, acuarelas, pinturas y objetos.
Octavio Bajonero participó en la fundación del Taller de los Aprendices del Molino de Santo Domingo, que existió de 1969 a 1980, donde fue maestro y director hasta 1974. Ahí se formaron numerosos grabadores, entre ellos Fitzia, Philip Bragar, Mario Martín del Campo, Nunik Sauret, Juan José Beltrán y Felipe Dávalos. También estuvieron algunos extranjeros por periodos cortos, como el estadounidense James Trump.
Llamado “educador trashumante”, Bajonero también impartió clases en La Esmeralda, donde permaneció durante 10 años y fue subdirector. Asimismo, impartió dos talleres-tutoría de Innovaciones en el Grabado, una en Salamanca, Guanajuato, y otra en Pátzcuaro, Michoacán.
Discípulos de Octavio Bajonero destacan su generosidad para transmitir sus conocimientos y saberes en lo conceptual, lo técnico y existencial en la forma de mirar la vida. También elogian su espíritu de innovación y mesura, su osadía y prudencia, además de su talento para asumir la tradición como soporte de la creación contemporánea.
A lo largo de 50 años dedicados a la estampa, realizó piezas individuales, carpetas, imágenes para libros, motivó la realización de obras gráficas tridimensionales e interactivas; también creó pinturas, instalaciones, esmaltes y joyería, y generó talleres, colecciones, bibliotecas y un museo. Con la obra Monantzin, el retrato de su madre,recibió el premio de Adquisición del INBAL para maestros de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda.