Federico Campbell no era de frases largas y doctorales, era de monosílabos contundentes: Humberto Musacchio

Cultura

A cinco años de su fallecimiento, amigos y colegas recodaron a Federico Campbell en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia. Los periodistas Vicente Alfonso y Humberto Musacchio, quienes estuvieron acompañados por la promotora cultural y pareja de Campbell, Carmen Gaitán, rememoraron anécdotas que compartieron junto al escritor.
Hace unos 30 años conocí a Campbell, indicó Humberto Musacchio, “hacia finales de los ochenta, después nos tocó ser vecinos en la Condesa. Era una delicia salir a tomar el café a las 11:00 o 12:00 del día y encontrar a Federico leyendo los periódicos”.
“Su conversación era muy ausente y de repente me preguntaba: ‘oye, ¿no crees que el vaso tiene una forma que podría mejorar?’. Él podía decir las cosas más ajenas a lo que yo estuviera platicando, pero esa locura creativa fue la que incorporó a su creación literaria. Él siempre estaba maquinando historias y le angustiaba mucho no poder contarlas”.
Musacchio recordó la forma en que Federico caminaba por las calles de la colonia Condesa mientras saludaba a todos con los que se cruzaba. Pasaba por el puesto de periódicos y su conversación con los amigos era lenta, entonces llegaban más personas al café y se hacía una gran tertulia.
“Era una fascinación conversar con él, era como un imán entre pintores y escritores. No era de frases largas y doctorales, era más bien de monosílabos, pero contundentes, los cuales dejaba caer en el centro de la mesa como plomo y esas preguntas que hacía eran verdaderamente desconcertantes”, compartió.
“Su periodismo era muy bien escrito y muy bien cuidado para que uno lo leyera con placer. Su conversación era de monosílabos breves, con una gran economía de las palabras porque Campbell entendía el valor que poseían y por eso mismo era una gran delicia. Hablaba poco para decir mucho y eso es muy difícil”, aseguró Humberto Musacchio.
En su oportunidad, el periodista Vicente Alfonso recordó que el padre de Campbell fue telegrafista en Tijuana. “Un hombre que con su máquina de escribir se convirtió en escribano y pienso que esta actividad marcó la vida de Federico Campbell, porque existió en él la conciencia de que uno podía ganarse la vida a ‘teclazos’, fue una de las primeras memorias definitorias en su vida”, acotó.
“Su madre fue maestra y una de las imágenes más recurrentes en los artículos de Campbell fue la mamá en el pizarrón. Ella había fundado una escuela en la sala de su casa para enseñar a los niños a leer, desde entonces, en él se forma un caldo de cultivo que tiene que ver con la palabra escrita y con la eficacia en el manejo del lenguaje”.
Para Campbell, afirmó Vicente Alfonso, leer los periódicos era como un ritual. Fue un hombre que consagró la vida al oficio de narrador y de periodista.
Por su parte, Carmen Gaitán señaló que vivió casi 28 años con él y lo describió como “un buen ser humano, un hombre de una gran honestidad y cabalidad en su vida. Todos los temas que abordaba tenían que ver mucho con la justicia”.
Y añadió: “Fue un hombre de pocas palabras, pero de pronto era como hilo de media. Sí, era de monosílabos, pero a la vez era un docto, era culto y era absolutamente fascinante escucharlo”.