Evge (Homeward), la mirada de Nariman Aliev

Cultura

En su primer largometraje Evge (Homeward), el joven cineasta ucraniano Nariman Aliev aborda la cuestión de la anexión de Crimea por parte de Rusia a través de la epopeya de Mustafá, un tártaro de Crimea que decide transportar el cuerpo de su hijo mayor, muerto durante el conflicto, para enterrarlo en su tierra natal con la ayuda de su hermano pequeño. La película está en lidia por la Caméra d’Or.

¿Cómo surgió la idea de rodar este film?

La anexión de Crimea hace cinco años fue la primera ocasión en que mucha gente oía hablar de mi pueblo, los tártaros de Crimea. Durante este arduo periodo, y a pesar de la intervención militar rusa, apoyamos la soberanía de Ucrania. A partir de entonces, la mayor parte de los activistas se vieron obligados a abandonar Crimea y aquellos que permanecieron en el país fueron perseguidos por sus convicciones políticas y religiosas. Tanto en Ucrania como en el resto del mundo, aún existen muchos prejuicios contra los tártaros de Crimea. Presentar la cultura tártara en su globalidad, ya sea a través de una película o en una entrevista, es una quimera. Sin embargo, quería empezar por lo más esencial: mostrar la importancia que los valores familiares y el amor por la patria tienen para los tártaros. Son los valores que aprendí durante mi infancia y en los que creeré hasta la muerte.

 

¿Cuál es su metodología de trabajo?

Para mí, la puntualidad y la eficacia tienen una gran importancia, porque no me gusta perder el tiempo. Aunque la trama sea muy conmovedora y esté llena de tensión, el rodaje se desarrolló sin problemas. Como teníamos un tiempo limitado, tuvimos que filmar a ritmo acelerado. A pesar de ello, tuve el placer de trabajar con gente muy profesional. Desde el primer día de rodaje, mi principal objetivo fue que nadie se arrepintiera de haber participado en este proyecto.

 

¿Qué puede decirnos sobre los actores?

Más de la mitad de la película se rodó en lengua tártara. Como para mí era esencial preservar la autenticidad de los personajes, los papeles principales fueron interpretados por actores tártaros de Crimea. El papel del padre está encarnado por Akhtem Seitablayev, un actor y director muy conocido en Ucrania que cuenta con una gran experiencia en la industria cinematográfica. Seitablayev decidió confiar plenamente en mí y se tomó el papel muy en serio. Remzi Bilyalov, por su parte, interpreta el papel de su hijo menor. Remzi es mi primo y no es actor profesional. Ya había trabajado con él en mi cortometraje Sensiz, en el cual trabajó junto a su hermano mayor Fevzi. Como es nuevo en este mundo, en ocasiones la interpretación le resultaba bastante complicada, pero aguantó bien la experiencia e hizo prueba de una gran dignidad.

 

¿Qué le llevó a convertirse en cineasta?

Entré en la escuela de cine cuando tenía 16 años. Por aquel entonces, era joven, ingenuo y no sabía absolutamente nada sobre este arte. De hecho, el montaje de mi primer cortometraje me resultó tan arduo que me puse a llorar. Para mí, el cine tiene muy poco que ver con la inspiración: la realización de un film es más bien un trabajo de equipo durante el cual el director guía a los demás en función de las opciones cinematográficas a su alcance. El apoyo de mi familia y la confianza de todo el equipo me han dado la fuerza para seguir adelante.