Entrevista con Enki Bilal, miembro del jurado de largometrajes

Cultura

Por un lado, tenemos, por supuesto, los cómics, gracias a los cuales se dio a conocer. Pero el talento de Enki Bilal también se expresa a través del teatro, el ballet, la ópera, la pintura y… el cine. Artista visionario, autor de Bug, su obra más reciente, y miembro del jurado de largometrajes, Enki Bilal ha sabido construir una obra singular convertida en obra de culto, marcada por la ciencia ficción y el deber de memoria, en la que el cine ocupa un lugar especial. El autor nos cuenta su relación con el séptimo arte.

¿Cuál fue la primera experiencia cinematográfica que le impactó?
Era un western americano, cuyo nombre no recuerdo. Mi madre nos había llevado a verlo a mi hermana y a mí en Belgrado. Tenía siete u ocho años. Estaba alucinando con lo que veía en la pantalla, y por el hecho de poder descubrir una película estadounidense. Estados Unidos era como una fantasía. Ese día me di cuenta de que estaba en un lugar excepcional.

Se trataba de una época muy particular en Yugoslavia…
Era la época de Tito. Una pequeña dictadura dirigida por un héroe de guerra que había vencido a los nazis. Paradójicamente, había muchos espectáculos, obras de teatro y obras cinematográficas para los niños.

¿Qué influencia tuvo su llegada a Francia en su relación con el cine?
Es como si lo hubiese redescubierto. Por un lado, en los cines de barrio de los suburbios parisinos, a los que iba cada domingo por tradición familiar. Después, en el instituto, con 16 o 17 años, en un cineclub y en salas de cine independientes. Iba mucho allí con mis amigos.

¿Qué película ha influenciado más al autor que lleva dentro?
2001: A Space Odyssey (2001: Una odisea del espacio), de Stanley Kubrick (1968). Es una película de culto que me hizo replantearme muchas cosas, también en relación a mi forma de proceder como autor y dibujante. Ese planteamiento, ese ritmo lento… fue un viaje iniciático increíble. Hay otras películas del mismo género que también me marcaron, como THX 1138, de George Lucas (1971), pero 2001 fue la primera.

«Fui a buscar la emoción y la inspiración en el cine».

¿Cómo ha contribuido el cine a nutrir su propio imaginario?
Gracias al cine, me di cuenta de que lo que me interesaba eran las intrigas situadas en un futuro próximo, más que la realidad o el pasado, aunque sea consciente de que ambos están ligados.

Por lo tanto, el cine ha sido un motor para usted incluso antes de sus inicios…
Totalmente. Pero no me daba cuenta. Cuando me empezaron a publicar en Pilote, me alejé del universo de los cómics. Seguía estando al tanto, pero buscaba la emoción y la inspiración en el cine. He consumido cien veces más películas que cómics. He visto muchísimas películas, unas quince o veinte al mes.

¿Qué frontera podemos trazar entre el cómic y el cine?
La repartición. El cine es una máquina en la que hay otras personas implicadas. Es lo que me gusta del cine, su capacidad para crear obras colectivas, aunque el director siga siendo el único capitán al mando. Ser dibujante implica, ante todo, experimentar la soledad.

A partir de los años ochenta, comenzó a trabajar para diferentes directores: Jean-Jacques Annaud, Alain Resnais
Jean-Jacques Annaud pidió a varios dibujantes que escogieran dos escenas del guion de Der Name der Rose (El nombre de la rosa) (1986) y crearan una imagen a partir de ellas. Después, se basó en esos dibujos para rodar. En cuanto a Resnais, yo dibujé en vidrio parte de los decorados de La Vie est un roman (Life is a Bed of Roses) (1983). Alain era un apasionado de los cómics y un gran entendido. Su sueño era dirigir un Dick Tracy para el cine. Pero nunca consiguió convencer a los productores. Estaba frustrado, pero se reía de ello.

¿Y otros directores?
Emir Kusturica quiso involucrarme en Underground (1995). Me envió un guion en serbocroata gordo como un ladrillo. Finalmente, rechacé su oferta. También está Michael Mann, que acudió a mí porque no estaba satisfecho con una criatura de The Keep (El torreón) (1983). El mismo día que me contactó, cogí un avión para ir a lo más recóndito de una mina de Gales, donde se rodaba la película. Pasé tres días allí. Aún seguimos teniendo muy buena relación.

Su última película se remonta a 2004. ¿Por qué ha dejado de rodar?
Hago menos cine, pero me gustaría haber hecho más. Hace cuatro o cinco años, trabajé en un proyecto basado en mi cómic Animal’z (2009), pero finalmente no se pudo montar. Era una película ambiciosa, pero no conseguimos la financiación. Es muy difícil producir obras de fantasía en Francia. Salirse de la comedia o de la realidad es muy difícil.

¿Tiene proyectos en curso?
Tengo dos proyectos en curso: la adaptación filmada y en serie de mi cómic Bug, y un proyecto de serie original que voy a dirigir. Un universo como el mío puede desarrollarse más fácilmente y de forma más profunda en este formato.