Entre las olas del Mediterráneo, Joan Manuel Serrat vertió su talento en el Palacio de Bellas Artes

Cultura

“El rostro del hermano se ilumina suavemente”. Ese verso de Antonio Machado profetizó el inicio del primero de los cinco conciertos que ofreció, anoche, el cantautor Joan Manuel Serrat en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes.
En el marco de su gira Mediterráneo da capo, el “aprendiz de ruiseñor” deleitó y encantó a varios centenares de sus acérrimos con distintas canciones que resonaron en la sala del emblemático recinto de mármol. Sus recién cumplidos 75 años lo merecían.
Luego de una pequeña demora de 7 minutos y un intro al estilo jazz, Serrat subió al máximo escenario cultural del país y, al momento de su aparición, una larga ovación se oyó al unísono, como si fuera un líder espiritual que trae buenas nuevas a los hombres de buena fe.
Su disco Mediterráneo, de 1971, lo cantó por completo. Es un homenaje a este material que me trae muchos recuerdos, comentó Serrat, quien ofreció una velada musical y poética en la que flotaron los vates Antonio Machado, León Felipe y Jaime Sabines, entre otros autores muy del gusto del cantante ibérico.
A modo de broma, Serrat mencionó que ese disco se publicó hace 48 años y que ese no es un número políticamente correcto para realizar unas efemérides, pero que no tenía tiempo para esperar a celebrar los 50 del material. Y así comenzaría un viaje mágico y misterioso de dos horas exactas.
Entre aplausos y vítores, Serrat también dijo sentirse emocionado de cantar una vez más en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, cuya relación se remonta medio siglo atrás, a una primera visita que realizó en 1969.
Canciones como Tío Alberto, Penélope, Fiesta, Aquellas pequeñas cosas, Cantares y muchas otras fueron interpretadas por el artista español que, aunque está cerca de ser octogenario, mantiene una llama de vida tan fresca como el primer día en que se subió a un escenario. Volvamos al principio, fue su lema y lo cumplió a cabalidad como un moderno quijote de la canción.
La gente le gritaba palabras amorosas y él, para hacerse querer más, trataba de bailar un tango u otro tipo de música. Su espíritu juvenil no mengua con el tiempo, al contrario, regresa a sus orígenes con ímpetu.
Acompañado de un sexteto de músicos profesionales y talentosos, Serrat cantaba y se daba tiempo de dar clases de cultura a la gente, pero de una manera amena, al modo de los antiguos trovadores medievales.
Durante su concierto, el cantautor homenajeó a Alonso Quijano, cuyo amor por Dulcinea del Toboso le hizo perder la cordura, pero dándonos a cambio una de las obras más memorables de la literatura universal; y a Ulises, cuyas aventuras aún entusiasman a los más intrépidos.
Al igual que el Quijote de la Mancha, aunque sin su escudero Sancho Panza, Joan Manuel Serrat canta en contra de la ambición y la hipocresía. Interpreta canciones que evocan distintos temas y sentimientos.
Como persona enormemente culta, Joan Manuel Serrat cantó en catalán y en francés, piezas que dedicó a la región que da nombre al disco y a su gira. La noche del jueves, señaló el cantante ibérico, la Ciudad de México se convirtió en un mar mediterráneo que baña 3 continentes, habla cientos de lenguas y se brotan religiones.
El poeta Antonio Machado decía: “Yo me asomo a las almas cuando lloran y escucho su hondo rezo, humilde y solitario, ese que llamas salmo verdadero; pero en las ondas bóvedas del alma no sé si el llanto es una voz o un eco”. Eso se siente al escuchar a Serrat.
“Canto y cuento es la poesía. Se canta una viva historia, contando su melodía”, otras palabras de Machado que bien pueden definir la música de Joan Manuel Serrat, quien estará nuevamente en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes los días 9, 14, 16 y 17 de febrero.
Además, como parte de su gira Mediterráneo da capo, estará los días 12, 19, 21 y 23 de febrero en el auditorio del CCU de Puebla, el teatro Diana de Guadalajara, el auditorio pabellón M de Monterrey y el Auditorio Nacional de la Ciudad de México, respectivamente.