El último vals (The Last Waltz), o la primera incursión de Martin Scorsese en los documentales sobre rock

Cultura

El 25 de noviembre de 1976, Martin Scorsese filmó el último concierto del grupo canadiense The Band con el objetivo de crear un documental. Bertrand Bouard, periodista y autor de una obra de 2020 editada por Le Mot et le reste sobre el quinteto, desencripta las razones que hacen de El último vals (The Last Waltz) (1978) una creación ineludible dentro del género.

La belleza estética de la película

Que se debe en gran parte a la elección de rodar en 35 mm. Martin Scorsese había analizado cómo se movía el grupo sobre el escenario. Para compensar la estaticidad de los músicos, optó por desplazamientos de cámara bastante amplios y precisos que había coreografiado previamente. Estudió igualmente las letras de la banda, a fin de crear una simbiosis entre fondo y forma. El concierto finaliza con un travelling hacia atrás mientras el grupo interpreta un vals triste. Al tratarse de un concierto de despedida, este desplazamiento da la sensación al espectador de decir adiós a algo que desaparece para siempre. Además, Scorsese decidió no mostrar al público para que cada persona pueda sentir el concierto como suyo. Esto es lo que lo hace único.

Descubrir a The Band, un grupo poco conocido

Se trata de una banda canadoestadounidense muy subestimada. Fue la que llevó el rock a raíces más rurales, a las antípodas de la psicodelia de la época. The Band predicaba la musicalidad y la sobriedad. Contaba con tres cantantes excepcionales y grababa sus discos en directo. Asimismo, todos los músicos eran multiinstrumentistas. Tras ese concierto, nunca volvieron a tocar con esa formación. Fue el guitarrista, Robbie Robertson, quien decidió poner fin a la trayectoria del grupo al considerar que el resto de los integrantes estaban poniendo sus vidas en peligro debido al consumo de droga. No todos estuvieron de acuerdo, especialmente el batería, Levon Helm, que se opuso manifiestamente al proyecto de El último vals (The Last Waltz).

El elenco que reúne el documental

Eric Clapton, Van Morrison, Joni Mitchell, Neil Young o figuras del blues como Muddy Waters participaron en el concierto. Bob Dylan, que interpretó cuatro piezas con The Band, fue otro de los grandes invitados. Antes de subir al escenario, se negó a ser grabado porque él también estaba preparando una película y consideraba que El último vals (The Last Waltz) le haría la competencia. Fue Bill Graham, un promotor de San Francisco, quien negoció con Dylan y obtuvo su acuerdo para filmar dos de las cuatro canciones, a cambio de un derecho de control sobre su aparición. En aquel momento, muchos pensaron que este concierto representaba el canto del cisne de una generación que pasaba el testigo a la siguiente.

Los primeros pasos de Martin Scorsese en los documentales de rock

El último vals (The Last Waltz) surge de Malas calles (Mean Streets), de 1973, la primera película del cineasta. Incluyó en ella numerosos fragmentos de rock, lo que le valió cierta popularidad entre los roqueros. A Robbie Robertson le encantó y, cuando decidió organizar y grabar este concierto de despedida, pensó inmediatamente en Martin Scorsese. Fue uno de los productores de Malas calles (Mean Streets), antiguo director de giras de The Band, quien organizó los encuentros entre Scorsese y Robertson. El cineasta se mostró bastante reticente porque en ese momento estaba grabando New York, New York (1977) con Robert De Niro y Liza Minelli, y se encontraba sujeto a un contrato de exclusividad, pero acabó arreglándoselas para trabajar a espaldas de su productor. Este periodo en el que se encargó de dos películas simultáneamente resultó ser una prueba complicada y agotadora para él. Es el cineasta de su generación que mejor ha grabado el rock.