EL PASO DEL CHAPULÍN: La opinión de un tuitero amateur

Deporte

Sergio Ricardo Hernández Mancilla *

Hace un par de semanas se armó una nueva polémica por el video donde un asaltante de transporte público fue brutalmente golpeado por quienes estuvieron a punto de ser sus víctimas.

Para su mala suerte, su compañero no pudo subir a la combi y los pasajeros lo tundieron de manera memorable.

No sé si es una interpretación temporal que responde al estado de ánimo personal, o simplemente hay semanas en las que nos volvemos insoportables y llenamos las redes sociales de mentes chiquitas, pedantería, superioridad y arrogancia.

Todas las frases entrecomilladas a continuación son tomadas, palabras más, palabras menos, de discusiones en Twitter:

“Qué bueno, sólo así se le van a quitar las ganas de seguir robando”.

Sí, es probable que esa lección le haya servido mucho más que una detención temporal. Y sí, a veces nos da gusto saber que de una u otra forma se está haciendo un tipo de justicia.

“Pero la violencia no es la solución”.

Claro. No podemos pensar que la única solución a la delincuencia pasa por linchamientos y hacer justicia por propia mano.

“Para hacer justicia están las autoridades”.

Sí. Un delincuente debería ser juzgado y sentenciado conforme a derecho.

“Pero las autoridades no hacen nada, por eso la gente hace justicia con su propia mano”.

Así es, la impunidad en el país es brutal y la impotencia ciudadana nos lleva a buscar otras soluciones.

“Pero los delincuentes también son víctimas y roban por necesidad”.

Es innegable que el origen de todo sistema con altos niveles de delincuencia es la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades.

“Pero yo sé de alguien que era pobre y nunca robó y salió adelante echándole muchas ganas”.

Por supuesto que hay historias de movilidad social que demuestran que siempre hay otras alternativas a la delincuencia.

“Pero en México echarle ganas no es suficiente para salir adelante”.

Así es. En este país quien nace pobre está condenado a morir pobre. Tu historia de superación personal no hace que todas puedan ni deban ser iguales. El echaleganismo solo fortalece el piso disparejo.

“Quienes defienden y victimizan a los delincuentes lo hacen desde el privilegio de nunca haber sido asaltados”.

Probablemente. Para quienes no hemos tenido que enfrentarnos al terror de la delincuencia cotidiana es bien fácil decir que todo se arregla por la paz y por las buenas.

“Entonces sólo quien ha vivido en las zonas de peligro constante puede opinar”.

Parece sensato. Qué fácil es juzgar desde lejos el comportamiento de quien vive con miedo y es constantemente despojado de lo poco que tiene.

“Pero todos somos libres de opinar a pesar de haber nacido privilegiados.”

Pues sí. Uno no puede ni debe analizar sólo lo que nos tocó vivir en carne propia.

Es curioso que, al menos en este caso específico, hay tantos y tantos argumentos, todos válidos y al mismo tiempo contrapuestos.

¿Cómo puedo estar de acuerdo con dos personas que opinan exactamente lo contrario entre ellas?

En las redes sociales todos estamos siempre buscando tener la razón cuando muchas veces nadie la tiene.

En el calor de las discusiones cortas, distantes y sin sustancia, llegamos a pensar que todo es binario, que solo uno puede estar en lo correcto y que sólo hay una versión válida.

Qué pesados nos volvemos.

Hay veces que más que opinar debemos intentar entender.

Hay veces que en lugar de demostrar que tenemos la razón, podemos permitirnos estar abiertos a cambiar de opinión.

Hay veces que simplemente podemos ver, analizar, darnos un tiempo para reflexionar y nada más.

No es nada del otro mundo, pero a veces nos hace falta recordarlo.

Es la humilde opinión de un tuitero amateur que no predica con el ejemplo.

El paso del chapulín.

Dicen que la política es el arte de comer sapos sin hacer gestos, y dicen también que en el oficialismo son muchos los que están recordado esa frase ahora que el presidente resultó

tan buen amigo y aliado de los Azcárraga, los Salinas Pliego, los Vásquez Raña, los Slim y compañía.

Provechito.

(*) Politólogo y consultor político. Socio de El Instituto, Comunicación Estratégica. Desde hace 10 años ha asesorado a gobiernos, partidos y candidatos en América Latina.

Twitter: @SergioRicardoHM