El INBAL recuerda a José Emilio Pacheco en el primer lustro de su fallecimiento

Cultura

El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) recuerda hoy, 26 de enero, en el quinto aniversario de su deceso, a José Emilio Pacheco, quien escribiera:

“Si leo mis poemas en público / le quito su único sentido a la poesía: / hacer que mis palabras sean tu voz, / por un instante al menos”.

Y es que como solía pensar el poeta, ensayista, narrador y traductor de Tennessee Williams, T. S. Eliot, Samuel Beckett y Oscar Wilde, “la poesía que busco / es como un diario / en donde no hay proyecto / ni medida”.

José Emilio Pacheco Berny (30 de junio de 1939-26 de enero de 2014) es considerado por propios y extraños, jóvenes y ancianos, lectores y críticos, como uno de los escritores más importantes de la literatura mexicana del siglo XX.

Egresado de la UNAM, fue jefe de redacción del suplemento México en la Cultura y profesor en universidades de México, Estados Unidos, Canadá e Inglaterra.

La depuración extrema de los elementos ornamentales y su compromiso social con su país caracterizan su obra poética. El paso del tiempo, la vida o la muerte, son sus principales temas. Entre su obra poética destacan Los elementos de la noche (1963), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), Los trabajos del mar (1982), Miro la tierra (1986) y Ciudad de la memoria (1989), entre otros.

En la narrativa sobresalen los títulos El viento distante (1969), El principio del placer (1972), La sangre de Medusa y otros cuentos marginales (1990), Morirás lejos (1967) y Las batallas en el desierto (1981).

A lo largo de su carrera fue distinguido con numerosos premios: Magda Donato 1967 por Morirás lejos, Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 1973 por El principio del placer, Nacional de Periodismo 1980 a divulgación cultural, Nacional de Ciencias y Artes en 1992, además del Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, y el de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, ambos en 2009.

A manera de conmemorarlo, se pueden leer algunos de sus poemas. Uno de ellos es Alta traición: “No amo mi patria. / Su fulgor abstracto / es inasible. / Pero (aunque suene mal) / daría la vida / por diez lugares suyos, / cierta gente, / puertos, bosques de pinos, fortalezas, / una ciudad deshecha, gris, monstruosa, / varias figuras de su historia, / montañas / —y tres o cuatro ríos”.

Contraelegía se titula otro: “Mi único tema es lo que ya no está / Y mi obsesión se llama lo perdido/ Mi punzante estribillo es nunca más / Y sin embargo amo este cambio perpetuo / este variar segundo tras segundo / porque sin él lo que llamamos vida / sería de piedra”.

Existen muchos poemas para elegir de Pacheco, tal como Indeseable: “No me deja pasar el guardia. / He traspasado el límite de edad. / Provengo de un país que ya no existe. / Mis papeles no están en orden. / Me falta un sello. / Necesito otra firma. / No hablo el idioma. / No tengo cuenta en el banco. / Reprobé el examen de admisión. / Cancelaron mi puesto en la gran fábrica. / Me desemplearon hoy y para siempre. / Carezco por completo de influencias. / Llevo aquí en este mundo largo tiempo. / Y nuestros amos dicen que ya es hora / de callarme y hundirme en la basura”.

Y Memoria que dice así: “No tomes muy en serio / lo que te dice la memoria. / A lo mejor no hubo esa tarde. / Quizá todo fue autoengaño. / La gran pasión / solo existió en tu deseo. / Quién te dice que no te está contando ficciones / para alargar la prórroga del fin / y sugerir que todo esto / tuvo al menos algún sentido”.

Acorde con el primer lustro de su partida física, se lee en el poema Presencia: “¿Qué va a quedar de mí cuando me muera / sino esta llave ilesa de agonía, / estas breves palabras con que el día / regó ceniza entre la sombra fiera? / ¿Qué va a quedar de mí cuando me hiera / esa daga final? Acaso mía / será la noche fúnebre y vacía. / No volverá a su luz la  primavera. / No quedará el trabajo ni la pena / de creer ni de amar. El tiempo abierto, / semejante a los mares y al desierto, / ha de borrar de la confusa arena / todo cuanto me salva o encadena. / Y si alguien vive yo estaré despierto”.

Todos, al igual que José Emilio Pacheco, “No tendremos la vida para siempre: solo un instante breve”.