El INAH rinde un sentido homenaje a la arqueóloga Laura Castañeda Cerecero

Cultura

Arqueóloga, madre e hija ejemplar, entregada a su familia, amigos y colaboradores, comprometida por las causas justas, apasionada de la vida y de su trabajo, así es como sus amigos y colegas definen a Laura Castañeda Cerecero (1958-2020), investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quien falleció en marzo pasado.

En su honor, el INAH, a través de la Dirección de Estudios Arqueológicos (DEA), le rindió un sentido homenaje virtual con el conversatorio “Laura Castañeda Cerecero. Zonas arqueológicas de la Ciudad de México”, difundo a través del canal de INAH TV en YouTube.

En este evento, parte de la campaña “Contigo en la Distancia”, de la Secretaría de Cultura, dedicado a la memoria de la egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia y quien laboró en el Instituto por más de 40 años, director de la DEA, Morrison Limón Boyce, destacó su paso por ese departamento, donde fue subdirectora de Investigación y Conservación, y cuya preocupación eran las zonas arqueológicas de la capital del país.

Explicó brevemente su trayectoria, citando su trabajo con el profesor Ángel García Cook en el suroeste de Puebla, con quien Castañeda Cerecero fue fundadora del proyecto de Cantona. Además de ser docente de la ENAH, en 2011 asumió el cargo que ostentaba al momento de su fallecimiento: editora de la revista Arqueología.

En el conversatorio, la titular del Departamento de Colecciones Arqueológicas Comparativas, Sara Carolina Corona Lozada, relató que, muchas veces, Laura le dijo que su área necesitaba más recursos humanos y económicos, porque la veía como un modelo a seguir para los lugares de depósito de materiales arqueológicos. “Ella nos ayudó con gestiones para contar con las condiciones adecuadas para trabajar, así como a vincularnos con la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía, la UNAM, entre otras instancias, para la preservación del acervo”.

Asimismo, compartió que la homenajeada promovió que en la revista Arqueología se abriera un espacio dedicado a las colecciones, para difundir los muestrarios que se reguardan en el departamento, así como el trabajo con cada acervo.

A su vez, el investigador del INAH, Raúl Arana Álvarez indicó que Laura Castañeda Cerecero fue una de sus mejores alumnas en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Rememoró con cariño, los trabajos arqueológicos realizados en la pirámide de la estación del Metro Pino Suárez, donde ella siempre estuvo dispuesta apoyarlo, inclusive, a limpiarla, si hubiera sido posible, todos los días.

“Gracias a ese cariño y respeto que le tengo al Templo de Ehécatl, descubierto durante las obras de la Línea 2 del Metro, Laura entendió y comprendió la importancia que tenía, y siempre colaboró para mantenerlo bien conservado y para que fuera un ícono del Centro Histórico”.

La investigadora del INAH, Carmen Chacón Guerrero compartió que de la homenajeada obtuvo apoyo para hacer los trabajos arqueológicos en la cima del Cerro de la Estrella, así como en las faldas del mismo, donde se encontraron otros asentamientos prehispánicos, entre ellos, el predio llamado “La Pasión”, frente al lugar donde se escenifica la Pasión de Cristo.

Mientras que el investigador del INAH, Álvaro Barrera Rivera, quien también forma parte del equipo que indaga en el Cerro de la Estrella, comentó que la relación con Castañeda Cerecero se fortaleció cuando lo comisionaron para la consolidación y restauración de los espacios arqueológicos en La Pasión, Villa Estrella y en el Templo del Fuego Nuevo.

“Siempre procuraba ayudar a los que estaban a su alrededor. En los últimos trabajos que tuvimos la oportunidad de hacer juntos, ella los equilibraba con lo arqueológico, me motivaba a realizar mis labores para darle funcionalidad a los sitios, los fuimos implementando poco a poco”.

Por su parte, Guadalupe Espinosa Rodríguez, encargada del despacho de la Dirección de Operación de Sitios del INAH, recordó que, en cuatro meses, Laura Castañeda Cerecero y ella gestionaron la apertura la Zona Arqueológica de Mixcoac.

Destacó que también gracias a ella, se reactivó la firma de convenio entre el INAH y la Alcaldía de Tlalpan, cuyo resultado fue la realización de varias acciones de conservación en la Zona Arqueológica de Cuicuilco.

Y precisamente este espacio arqueológico, a decir de los presentes, fue uno de sus preferidos, pues, incluso, tuvo un papel importante en la consolidación de su museo de sitio. Al respecto, el encargado del proyecto académico del sitio, Felipe Ramírez Sánchez, acompañado del responsable administrativo del espacio patrimonial, Ramón López Valenzuela, subrayó lo lamentable de su perdida.

“Es muy triste para mí haber perdido a una amiga, una profesional que luchó tanto, no solo por Cuicuilco, sino por muchos de los proyectos que la DEA desarrolla y, sobre todo, una gran colaboradora, una persona así es muy difícil de reemplazar”, concluyó.