Disertan sobre el papel de las mujeres mayas en la época prehispánica

Cultura

El papel de las mujeres en la época prehispánica era, hasta hace poco, un tema ignorado, no solo en los estudios mesoamericanos sino en todo el mundo; fue hasta mediados de los años ochenta, cuando las investigaciones arqueológicas de género comenzaron a ocupar espacios destacados en la academia, por lo que en el conversatorio “Las mujeres a través del tiempo” se hizo una breve revisión de la presencia femenina en la cultura maya.

En el marco de las actividades por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de su centro estatal en Campeche, realizó este ejercicio inclusivo, el cual fue transmitido a través del canal INAH TV en YouTube, como parte de la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México.

En el conversatorio, la profesora investigadora del Centro INAH Tabasco, Judith Gallegos Gómora, dictó la ponencia Atribuciones y valoraciones de la mujer en el pasado… y en los museos, en la que expuso la importancia que tenían las mujeres en la sociedad maya del periodo Clásico (200-900 d.C.), así como algunos datos que proveyó Diego de Landa, en el siglo XVI, sobre este sector de la población en el Posclásico (900-1200/1500 d.C.), para identificar si existían estereotipos y roles femeninos en el pasado.

La investigadora adscrita al Museo de Sitio de Comalcalco, resaltó que las posturas en las que los mayas se representaron a sí mismos en dinteles, vasijas y pinturas murales, entre otros, indican quiénes eran los protagonistas en esa sociedad del periodo Clásico, en este caso, los varones aparecen mayormente plasmados, mientras que las mujeres quedan relegadas.

Sin embargo, refirió, en el Panel 6, también conocido como de Dallas (por estar en el museo de arte de esa ciudad) y el cual perteneció al sitio arqueológico La Corona, en Guatemala, se registra la llegada de tres mujeres del reino de Kaan (desde 520 a 721 d.C.), una de las cuales llegó procedente de Dzibanché, en el actual Quintana Roo, donde estuvo asentado este linaje durante el período Clásico Temprano; después, arribó la segunda en el año 679 d.C., para contraer matrimonio con el gobernante local, K’inich Yook; mientras que la tercera se hizo presente siglos más tarde procedente del mismo reino, pero ya asentado en Calakmul, también para desposarse con un mandatario del lugar y entablar alianzas políticas a través de matrimonios entre la ciudad antes mencionada y el sitio guatemalteco.

Tras señalar que las representaciones monumentales relativas a las mujeres, a diferencia de las figuras masculinas, han sido identificadas hasta fechas recientes, gracias a las lecturas epigráficas que se han hecho, Gallegos Gómora expuso que los hombres eran personificados a pequeña y gran escala, como jugadores de pelota, músicos, guerreros o gobernantes, entre otros, algunas veces con grandes atuendos o disfraces vinculados con las deidades.

Asimismo, anotó que la mayor parte de los retratos femeninos de la escultura monumental de Yaxchilán o las pinturas murales de Bonampak, se encuentran en recintos cerrados, donde solo circulaba la élite y las mujeres realizaban actividades ceremoniales, como el autosacrificio, o participaban en rituales que favorecían o mantenían el control dinástico y las alianzas políticas a través de matrimonios.

“En la sociedad maya del Clásico, fuera de las áreas ceremoniales donde vivía la élite, se priorizó la imagen femenina en objetos portátiles y a escala, como es el caso de las figurillas de barro que se han encontrado en el área monumental, pero también, con abundancia, en las zonas periféricas, distribuidas en las unidades habitacionales de muchos sitios”, comentó.

La arqueóloga expuso que, con frecuencia, a la mujer se le retrató en actividades como el hilado y el tejido, preparando la masa, moliendo el maíz, sirviendo los alimentos, cuidando infantes o pequeñas especies de animales, también participando con hombres, proporcionándoles elementos para que ellos realizaran rituales o danzas.

“Hubo mujeres que, además de las actividades mencionadas, efectuaron otras que quedaron registradas y deben conocerse, porque fueron protagonistas importantes de cada pueblo, como es el caso de Ix K´alomtee K´abel (circa 635-700/710 d.C.), hija de Yuknoom Ch´een, poderoso gobernante de Calakmul, quien junto con su esposo K´inich Bahlam II, dirigieron el reino de Waka (actual sitio arqueológico conocido como El Perú, en Guatemala).

“Se sabe que fue escribana y se le representó con traje de guerrera, por lo que se le conoce como la reina guerrera; ella elaboró, con su contraparte masculino, las políticas de Estado que hicieron de este sitio un importante asentamiento en el mundo maya”, destacó.

Sobre el contexto actual, la profesora investigadora del Centro INAH Tabasco expuso que en libros de texto y museos, la presencia femenina para explicar la historia prehispánica es nula o escasa; un caso es el libro de tercer grado de primaria titulado La entidad donde vivo, dedicada ese estado, donde se aprecia un dibujo de los primeros habitantes de la región, los olmecas, pero donde solamente aparecen hombres, quienes están en una escena de obtención del hule de un árbol y haciendo otras actividades, sin la presencia de ninguna mujer.

En su intervención, el investigador del Centro INAH Campeche, Antonio Benavides Castillo, dictó la ponencia Las mujeres en Calakmul, en la que analizó una estructura con tres cuerpos localizada en la Acrópolis Chiik Nahb, uno de los cuatro conjuntos que rodean la plaza central de ese asentamiento prehispánico, donde se aprecia una extraordinaria pintura mural, plasmada entre los años 620 y 700 de nuestra era, cuando el sitio fue gobernando por Yuknoom Chen II (El Grande), entre 636-686 d.C., y en la que aparecen varias figuras femeninas representadas.

La mayor parte de esas pinturas, explicó el arqueólogo, se refieren a mujeres relacionadas con la preparación y el traslado de alimentos y bebidas. Entre las imágenes más difundidas está la que el epigrafista, historiador y mayista británico Simon Martin denominó la “Señora 9 Piedra”, se trata de una mujer que luce un vestido semitransparente, con jeroglíficos en los bordes, que ayuda a otra de mayor rango —de acuerdo a su indumentaria— a cargar una vasija que contiene algún líquido importante para las ceremonias o la vida diaria.

En otra escena, continuó, una mujer con un tocado tipo sombrero, le sirve atole con una cuchara de calabazo, a un hombre que está de frente a ella y que sostiene una vasija para beber, en la cual se aprecia la inscripción Aj ul (persona del atole).

“En otra pintura se muestra a una mujer sentada en el suelo sobre sus piernas, dándole una vasija a un hombre parado frente a ella, detrás de ella hay un bulto sobre el cual está sentado un niño que también le ofrece un recipiente al varón, atrás de ambos está un ser masculino de pie. A dicha escena se le conoce como la ‘familia del maíz’, aunque, según Martin, los glifos aluden a Aj ixim (persona del grano de maíz), semilla con la que se preparaban atole, pozole, tamales, pan (piim), entre otros guisos y bebidas”.

Benavides Castillo subrayó que en estas pinturas murales se aprecia a las mujeres con algunos motivos de color rojo en la cara, costumbre que Diego de Landa, en la Relación de las cosas de Yucatán (1566), narra que para el periodo Posclásico: “las mujeres mayas usaban de pintarse de colorado el rostro y cuerpo, teníanlo por gran gala”.

Por último, la profesora del Posgrado de Antropología Social de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, María de la Paloma Escalante Gonzalbo, presentó la conferencia Las violencias que viven las mujeres en el sur de Quintana Roo, aseverando que en los pueblos prevalece la idea generalizada que las mujeres tienen que dedicarse únicamente al ámbito doméstico, resolver todos los temas del hogar y mantener a los hijos, entre otras tareas.

“Si salen de estos roles, la sanción social está justificada, aun cuando ellas intenten involuntariamente romper el rol; por ejemplo, si tienen que salir a trabajar para mantener a sus hijos, son castigadas socialmente”, afirmó.

El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se remonta a 1960, cuando las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal fueron brutalmente asesinadas en República Dominicana, por su activismo político en oposición al gobierno del dictador Rafael Leónidas Trujillo, desde entonces, las hermanas Mirabal, también conocidas como “Las Mariposas”, se convirtieron en el máximo exponente de la violencia contra las mujeres en América Latina.

Fue hasta diciembre de 1993, cuando la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer.

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