¿Desaparecer el INE?

Política

Samuel Palma

Con desparpajo se plantea desaparecer el INE, al grado que pareciera más una postura inscrita en la liza electoral y en la intimidación a las resoluciones de ese órgano, que una propuesta seria que forme parte de una perspectiva meditada sobre el funcionamiento del sistema electoral mexicano. Aun así, es conveniente hacer algunos comentarios sobre de lo que se está sugiriendo.

En primera instancia debe considerarse que, si se toma en consideración al primer antecedente que tuvo el actual INE, entonces como IFE, hablamos de un organismo que se creó con la reforma electoral de 1989; sin embargo sus referentes pueden encontrarse antes, en 1946 con la iniciativa que llevara a la creación de la Comisión Federal de Vigilancia Electoral, CFVE, que representó el primer esfuerzo por centralizar la organización de los comicios a través de una instancia u organismo de carácter federal, pues cabe señalar que antes de ello los comicios se realizaban a través de las intervención de los estados y de los municipios, estos últimos en la labor de integrar los padrones electorales respectivos a sus demarcaciones.

No es necesario abundar sobre las vicisitudes propias de cada proceso electivo, conforme a esa forma de llevarlos a cabo; a guisa de ejemplo, recuérdese que los funcionarios de casilla se integraban con los primeros cinco formados en la fila, lo que generó no pocas reyertas en las disputas entre los partidos o bandos en competencia para ganar con sus simpatizantes la directiva de las mesas respectivas.

Cuando se creó la CFVE, don Jesús Reyes Heroles escribió varios artículos a propósito del hecho señalando la existencia de varias modalidades para organizar el acto electivo, entre los que mencionó tres tendencias, correspondientes a una intervención absoluta del Estado, propias de los países totalitarios o de partido único; la intervención mínima debido a que su organización se realizara a través de representantes de los partidos; finalmente, por medio de una entidad jurídica autónoma como sucedía en Uruguay con su Corte Electoral. Conforme a ese marco de referencia, asumió que México se orientaba hacia un modelo mixto con la CFVE, en tanto quedaba integrado con representantes del poder ejecutivo y del legislativo, por conducto de un representante por parte de la Cámara de Diputados y otro de la de Senadores.

Al final de su comentario don Jesús hizo una expresión verdaderamente visionaria, en el siguiente sentido “…la ley adopta, además, como tendencia, la idea de que el Estado deberá gradualmente irse alejando de la intervención en tales asuntos, estando este último propósito condicionado, como es de suponer, a la evolución política que en el país se verifique a partir de la vigencia de la ley. Esto es, se perfila como meta ideal de nuestra futura evolución política, el ausentismo máximo del Estado en materia electoral…”

Es de advertirse que el INE, entonces, tiene su antecedente primero en 1946 y expresa la visión de lograr disponer de un órgano profesional y autónomo que brindara certeza al proceso electivo y que, lograrlo, ha sido producto de un largo aprendizaje, pues todavía como IFE, conforme se planteaba en 1989, contaba con la participación del secretario de Gobernación, de modo que posteriores reformas le otorgaron la plena autonomía y la independencia que alcanzó con la reforma de 1996.

Pude decirse que el INE es el órgano emblemático e icónico de la evolución que logró nuestra democracia electoral, para dar confiabilidad y certeza a las elecciones. Es una de las columnas sobre las que se soporta nuestro sistema electoral y ejemplifica la evolución que se ha experimentado a través de un largo y duro aprendizaje, de modo que su actual conformación, organización y diseño, expresa el esfuerzo de diversas generaciones y aportaciones para lograr que la lucha político-electoral fuera resuelta por la ley y que en ella encontrara su legitimidad.

Todavía están los ecos de Luis Donaldo Colosio cuando dijera “ni negociaciones al margen de los votos, ni votos al margen de la ley” que aludía una etapa en la cual las controversias electorales se resolvían por medio de acuerdos alcanzados “en el mar de la discrecionalidad”. Nuestras elecciones, procesos, procedimientos y organización han sido reconocidas a nivel mundial, motivando que otras naciones solicitaran asesoría y capacitación de nuestras instituciones.

El arresto declarativo de suprimir al INE es un acto volitivo, una pulsión de corte arbitrario, autoritario, brutal; denota una intensión avasalladora por lograr predominio político y una naturaleza dictatorial, máxime que los actos que puedan ser considerados improcedentes, tienen la posibilidad de ser atacados por medios institucionales; pero por lo pronto, la decisión es intimidar, mostrar músculo aunque el golpe que se desea propinar destruya un esfuerzo de más de medio siglo para edificar lo que se quiere eliminar.