Contaminación ambiental y concentración de polen influyen en alergias

Cultura

La contaminación ambiental y las altas concentraciones de pólenes en el ambiente influyen en el origen y evolución de enfermedades alérgicas, dijo en la UNAM Alejandro Cano Verdugo, del Hospital general de Zona 8, del IMSS.

Al participar en el coloquio “Contaminación ambiental, pólenes y efectos en enfermedad alérgica”, del Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología (ICAT) de esta casa de estudios, el especialista señaló que el efecto irritativo de los contaminantes ambientales y las alergias por polen se asocian al incremento en las exacerbaciones de eventos asmáticos en personas con esa enfermedad, y otros padecimientos alérgicos.

La UNAM es sede de la Red Mexicana de Aerobiología, cuya base se ubica en el Centro de Ciencias de la Atmósfera, y se encarga del monitoreo continuo de los principales tipos polínicos y sus niveles de concentración en la atmosfera a lo largo del año.

Gracias a este esfuerzo, en el que participan diversas entidades, ya se cuenta con un calendario polínico con las concentraciones y época del año en que aparecen, subrayó.

Problema de salud

Las alergias por polen son un grave problema de salud, pues afectan hasta a 30 por ciento de la población, generan grandes costos al sistema de salud y limitan la actividad de los pacientes. Conforme pasa el tiempo, la prevalencia de estas afecciones aumenta, advirtió.

Explicó que los principales alérgenos presentes en el aire de la Ciudad de México derivan de fresnos, pastos, casuarinas, cipreses (cupressus) y algunos robles.

En cuanto a la contaminación, en sociedades altamente urbanizadas como la nuestra la gente permanece la mayor parte del tiempo en contacto con ésta. La mayoría de los estudios se basan en seis tipos de sustancias tóxicas: monóxido de carbono, plomo, óxido nítrico, ozono, dióxido sulfúrico y partículas PM2.5 y PM10, provenientes de las emisiones de vehículos a diésel.

En algunas personas la irritación en el organismo por contaminación urbana aumenta la sensibilidad de la vía aérea a todas las demás sustancias presentes en su entorno, independientemente de si es contaminante o no, además de hacerlas más propensas a enfermedades infecciosas y reacciones alérgicas.

Quienes tienen susceptibilidad a sustancias contaminantes y alergias por pólenes, están más predispuestos a desarrollar enfermedades como asma, rinitis y dermatitis atópica, por ejemplo. “La susceptibilidad es diferente en cada individuo y está relacionada con la duración de la exposición a los contaminantes y pólenes, y a la concentración de la exposición”, resaltó Cano Verdugo.

Algunos de los síntomas por inhalación de gases contaminantes en combinación con pólenes son el aumento de tos y de la secreción de moco (respuestas del organismo para eliminar el agente que irrita la vía aérea); algunos individuos, en particular los que padecen asma, podrían presentar broncoconstricción.

“A diferencia de una persona no alérgica, aquéllas alérgicas o atópicas con problemas de rinitis tendrán más síntomas a nivel pulmonar y nasal, aún con la exposición a una menor cantidad de contaminantes y pólenes”, detalló.

En el largo plazo, los efectos de la contaminación predisponen el desarrollo de rinitis alérgica y modifican la respuesta local contra alérgenos ambientales. En niños la exposición persistente ocasiona mayor incidencia de dermatitis atópica y merma el crecimiento y función pulmonar.

Por último, para disminuir las molestias por alergia recomendó el lavado nasal frecuente con una solución salina estéril, no con agua de la llave; evitar salir en días con altas concentraciones de contaminantes ambientales y conteos polínicos; evitar actividades al aire libre en horarios de cinco a 10 de la mañana y de 19 a 22 horas; mantener ventanas cerradas; utilizar ropa de fibras naturales y, lo más importante, acudir al médico.