Con su trabajo fílmico, Luis Buñuel “quería cualquier cosa, menos agradar”

Cultura

Luis Buñuel, una de las grandes figuras en la historia de la cinematografía internacional, hizo de la imaginación su más grande aliado para la creación de filmes considerados irreverentes y poco ortodoxos, en los que abordó diversos géneros y subgéneros, como farsas, sátiras, comedias negras, dramas de estilo neorrealista o erótico, con críticas de índole religiosa y social.
Nacido en Calanda, España, en 1900, Luis Buñuel pasó su infancia en el seno de una familia de posición económica desahogada, con ideas liberales y apegado a la religiosidad. Estudió bachillerato con los jesuitas en Zaragoza y posteriormente su padre lo envió a Madrid para estudiar la carrera de ingeniero agrónomo. Sin embargo, al llegar a la juventud empezó a leer textos de pensadores y científicos, como Nietzsche o Charles Darwin, que cambiaron su manera de pensar y sus creencias religiosas. Célebre se volvió su frase: “Soy ateo gracias a Dios”, que fue también la base de su creación.
Interesado más en las humanidades, cambió la ingeniería por la carrera de Filosofía y Letras que culminó en 1923. En la Residencia de Estudiantes de Madrid conoció a poetas y artistas relevantes, como Ramón Gómez de la Serna, Federico García Lorca y Salvador Dalí, con quienes estableció amistad y empezó a interesarse vivamente en el arte.
Dos años después se trasladó a París, donde luego de ver la película Der müde Tod (Las tres luces), de Fritz Lang, decidió dedicarse al cine. A partir de su contacto con el grupo parisino de jóvenes revolucionarios que abanderaban la estética del surrealismo, realizó documentales durante la Guerra Civil española al servicio de la República.
Con Salvador Dalí trabajó su primer guion cinematográfico: Un perro andaluz. Al respecto, el propio Buñuel cuenta en sus memorias: “Con Salvador Dalí en Figueras, le dije que quería hacer una película con él. Teníamos que buscar el argumento. Dalí me dijo: Yo anoche soñé con hormigas que pululaban en mis manos. Y yo: Hombre, pues yo he soñado que le seccionaba el ojo a alguien. Ahí está la película, vamos a hacerla. En seis días escribimos el guion. Estábamos tan identificados que no había discusión. Escribíamos acogiendo las primeras imágenes que nos venían al pensamiento y, en cambio, rechazando todo lo que viniera de la cultura o de la educación. Por ejemplo: la mujer agarra una raqueta para defenderse del hombre que quiere atacarla. Entonces, éste mira a su alrededor buscando algo para contraatacar y (ahora estoy hablando con Dalí) ¿Qué ve? Un sapo que vuela. ¡Malo! Una botella de coñac. ¡Malo! Pues ve dos cuerdas. Bien, pero qué viene detrás de las cuerdas. El tipo tira de ellas y cae, porque arrastra algo muy pesado. Ah, está bien que se caiga. En las cuerdas vienen dos grandes calabazas secas. ¿Qué más? Dos hermanos maristas. Eso es, dos hermanos maristas. ¿Y después? Un cañón. Malo. Que venga un sillón de lujo. No, un piano de cola. Muy bueno, y encima del piano de cola un burro… no, dos burros podridos. ¡Magnífico! O sea, que hacíamos surgir representaciones irracionales sin ninguna explicación”.
La película, filmada en París con dinero que le dio su madre, cosechó críticas y aplausos al mismo tiempo, ubicándolo como un cineasta de vanguardia. Posteriormente, consiguió el financiamiento para filmar La edad de oro, también escrita con Salvador Dalí, en cuyo estreno el público abarrotó la sala, pero también fue rechazada por grupos conservadores.
Alejado de Hollywood, donde nunca encajó, y del surrealismo, Buñuel se casó en 1933 con Jeanne Rucar de Lille y tuvieron dos hijos, Jean Louis (1934) y Rafael (1940). En 1947 se trasladó a México donde dirigió la película Gran casino con Jorge Negrete, aunque sin el éxito esperado.
En 1949 se nacionalizó mexicano, consiguiendo la doble nacionalidad junto a la española. Al año siguiente realizó su legendaria película Los olvidados, que obtuvo premios a la mejor dirección, argumento y guion en los festivales de Cannes y México. En el país, también dirigió cintas como Subida al cielo, Abismos de pasión, La ilusión viaja en tranvía y Ensayo de un crimen, entre otras.
En 1961 regresó a España para dirigir Viridiana, en la que actuó Silvia Pinal, quien también protagonizó El ángel exterminador. En 1965 rodó su última película mexicana, Simón del desierto, una divertida sátira con la religión de nuevo como principal protagonista.
Belle de Jour, con la actuación de Catherine Denueve, fue uno de los títulos más importantes de su carrera, cuya etapa final tuvo lugar en Francia, donde filmó El discreto encanto de la burguesía (1972), premiada con un Oscar a la Mejor película de habla no inglesa; El fantasma de la libertad (1974) y Ese oscuro objeto del deseo (1977), cintas que realizó con mayor libertad y recursos, aunque su obra completa se caracterizó por mantener una coherencia, pese a las circunstancias adversas. “Yo quería cualquier cosa, menos agradar”, y así lo hizo dejando un valioso legado fílmico. Luis Buñuel falleció en Ciudad de México el 29 de julio de 1983. Tenía 83 años. En su ensayo, Mi último suspiro, recrea su vida íntima y su trayectoria de 60 años de cineasta para dejar sus reflexiones de carácter filosófico.