Bonne Mère (Good Mother), la mirada de Hafsia Herzi

Cultura

«Mientras me mantenga en pie, seré fuerte». Nora, asistenta en una barriada al norte de Marsella, es una madre coraje. Al igual que la Bonne Mère («Buena madre», en francés), la catedral que se alza sobre la ciudad, vela por su familia de tres hijos, uno de los cuales se encuentra en la cárcel tras el atraco a una gasolinera. Hafsia Herzi llevaba años con la idea de Bonne Mère (Good Mother) en mente. Tras destacar en Cannes por sus papeles en Casa de tolerancia (L’Apollonide) y La fuente de las mujeres (La Source des Femmes), presenta su segundo largometraje en la selección Un Certain Regard.

Cuéntenos cómo surge esta película.

La figura de madre coraje me fascina desde que era pequeña. Yo crecí sola con mi madre, que era asistenta. Perdí a mi padre muy joven. Siento una profunda admiración por esta mujer que, cuando nos despertábamos por la mañana, ya nos había dejado todo preparado antes de ir a trabajar. Deseaba hacer una película sobre ella, sobre las mujeres que se sacrifican completamente por sus hijos.

¿Cómo fue el ambiente en el rodaje? 

Fue genial. Me gusta que seamos muchos. Excepto el personaje de la tía, todos los actores eran aficionados. Ensayamos bastante para establecer un vínculo fuerte. Ahora, puedo decir que estamos unidos de por vida y algunos de ellos quieren seguir actuando.

¿Alguna anécdota de la grabación?

Rodar en Marsella ha sido, sobre todo, una experiencia de ayuda mutua. He trabajado con los vecinos del barrio. Por ejemplo, el conserje del edificio era mi amigo de la infancia y fue quien nos ayudó a acceder a la azotea. Necesitaba grabar un amanecer con una vista panorámica. Era el único momento en el que se podía rodar desde ese lugar porque, durante el resto del día y por la noche, había en las azoteas vigilantes que se encargaban de avisar si venía la policía, así que no resultó nada fácil.

¿Algo que decir sobre la protagonista de su película, Halima Benhamed?

Sabrina Benhamed, una de las jóvenes que se presentó a la audición para el papel de la hija de Nora, vino acompañada de una mujer que rondaría los cincuenta años y miraba todo el tiempo al infinito. Sabrina me dijo que era su madre. Nos presentamos y le propuse hacer la audición para el papel de Nora. Se negó en seguida, entre risas. No se veía actuando. Yo no insistí. Esperé y volví a preguntarle. Otra negativa. Era una señora muy tímida. Al final, conseguí convencerla. Hizo algunas pruebas y fue mágico. Su mirada me fascinó. Halima fue un flechazo artístico inmediato. He de confesar que, antes de dar con ella, estaba bastante desesperada. Reescribí el papel para ella y rejuvenecí al personaje.

¿Cuáles son sus influencias y qué es lo que la ha motivado a dirigir?

Siempre me ha gustado observar a las personas. Yo vengo de Marsella, donde se pueden encontrar personalidades muy marcadas, y eso es algo que siempre me ha inspirado. Pero cuando supe seguro que quería hacer cine fue con Cuscús (La Graine et le Mulet). Esta película me dio la oportunidad de contemplar el trabajo de un director y me dije a mí misma que algún día yo haría eso. Ya le había pedido a Abdellatif Kechiche, director de la película, que leyera uno de mis tratamientos, y él me animó y me regaló libros sobre escritura de guiones.