Analizan las múltiples interpretaciones de la hermenéutica como herramienta antropológica

Cultura

El origen moderno de la antropología en el siglo XVIII está claramente enmarcado en un punto delicado de expansión o transformación de la filosofía, hay una relación íntima entre ambas disciplinas que las vuelve prácticamente indiscernibles. En la historia del pensamiento contemporáneo, ejemplo de esta conjunción es la polémica entre Johann Friedrich Herbart e Immanuel Kant, que generó tensiones fundamentales que prácticamente marcan, desde su origen, el desarrollo de la antropología, afirmó el lingüista Raymundo Mier Garza.

El profesor investigador en la División de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de México (UAM) campus Xochimilco, indicó que se podría pensar que la antropología surgió de esa tensión entre el universalismo kantiano, a partir de la pregunta central ¿qué es el hombre? no los hombres, pensando en su universalidad y, por lo tanto, en su modo particular de desempeñarse en el mundo.

En su ponencia magistral Vicisitudes de la interpretación: alternativas contemporáneas de la antropología, que formó parte del Coloquio “La hermenéutica en la antropología y las artes”, en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), el doctor en filosofía por la Universidad de Londres, hizo una reflexión genealógica e histórica sobre el desarrollo de la antropología a partir del siglo XVIII, donde convergieron múltiples perspectivas filosóficas, en particular el romanticismo y las visiones poskantianas, que articularan el surgimiento, en la perceptiva romántica, de la hermenéutica que va confluyendo con los desarrollos progresivos que tuvo la antropología como disciplina.

El lingüista por la ENAH y profesor de teoría antropológica y filosofía del lenguaje durante 41 años continuos de esta escuela del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), manifestó que en el desarrollo de la disciplina, a lo largo del siglo XIX y luego en el XX, aparece un conjunto de interrogantes que obligan a replantear radicalmente uno de los temas fundamentales del pensamiento antropológico que es el tema de lo simbólico.

“Es quizá a partir de los primeros trabajos: 1920-1930, que las perspectivas sobre la significación comienzan a revelarse como facetas decisivas en el pensamiento antropológico, no es que antes no estuviera, pero es, quizá, en las primeras décadas del siglo XX, que la significación se exhibe como uno de los ejes centrales sobre los cuales habrá que construir o reconstruir la antropología”, afirmó.

Expuso que la transformación radical de la antropología se da con la aparición del estructuralismo, con Claude Lévis-Strauss, que va a obligar a un replanteamiento radical de la disciplina. Sin embargo, el problema de la significación ni se agota ni se resuelve claramente con la aparición del pensamiento del antropólogo, filósofo y etnólogo francés, más bien se abre a una diversificación de las vías posibles de la reflexión antropológica.

Por su parte, el etnohistoriador Ricardo Reina Granados, titular de la Jefatura de la licenciatura en Etnohistoria de la ENAH, explicó que la hermenéutica es aplicada a todo lo que conlleva el estudio de las culturas, como la filosofía, la historiografía y el arte. Sin embargo, el concepto se ha manejado como mera interpretación, más allá de esto, la hermenéutica exige una distinta gama a observar a partir de todas las investigaciones, es decir, ya no se reduce sólo a la interpretación, sino que es completamente aplicada.

“En la historia misma se ha utilizado; en la etnohistoria, donde hay un enriquecimiento con los aspectos del desarrollo metodológico-histórico, que se liga con herramientas metodológicas de la antropología, que favorecen el estudio de las culturas, específicamente de su pasado, aunque la etnohistoria está presente en todos los problemas actuales”, comentó.

En su oportunidad, María Cristina Ríos Espinoza, profesora investigadora de la Universidad del Claustro de Sor Juana, dictó la conferencia Teologías neoplatónicas y prácticas devocionales heterodoxas femeninas en la Nueva España, en la que habló de la influencia del neoplatonismo en las míticas heterodoxas femeninas novohispanas y el desafío político que implicaron al Concilio de Trento.

La doctora en Filosofía por la UNAM y especialista en filosofía política, estética y hermenéutica, destacó al neoplatonismo como una doctrina filosófica surgida con Plotino, en 300 d.C., que recupera los textos de Platón y hace una reinterpretación interesante y novedosa.

Explicó que llegó a la Nueva España gracias a los jesuitas, particularmente, y las seglares beatas, devotas, no monjas, mujeres que llevaban sus devociones de contacto directo con Dios, místicas que llamó heterodoxas por desafiar al Concilio de Trento, no de manera intencional, sino porque ellas, como Ana de Zayas que vivió en Puebla en el siglo XVII, encontraban contradicciones en el tipo de devociones que se llevaban en la Nueva España y Europa.

“Revivieron al neoplatonismo en la Nueva España porque leyeron textos del Renacimiento del siglo XVI, de la pluma del sacerdote Marsilio Ficino, quien tradujo el Corpus Hermeticum. Las beatas llegaron a la Nueva España en el siglo XVI, a petición de Hernán Cortés, para evangelizar a niñas nahuas, en el monasterio que estaba ubicado en la calle de Moneda”, comentó.

Finalizó que se trató de mujeres que llegaron en 1531, muy probablemente huyendo de España, de la reforma espiritual de Francisco Jiménez de Cisneros. Eran beatas, religiosas que no estaban sometidas a obediencia alguna o regla, por lo que fray Juan de Zumárraga las quiso meter en clausura.