Amado Nervo también fue un narrador de lo fantástico y un explorador del castillo de lo inconsciente

Cultura

El escritor Amado Nervo nació el 27 de agosto de 1870 en Tepic, Nayarit. Desde temprana edad, la muerte fue una influencia decisiva en su vida, ya que su padre, su hermano y el amor de su vida fallecieron en circunstancias difíciles y extrañas.
Desde niño sobresalió por su puntualidad, conocimientos e inteligencia. Profundizó en el estudio de las ciencias, la filosofía, las leyes y el ministerio sacerdotal. Debido a la quiebra familiar tuvo que abandonar sus estudios de abogado para colocarse al frente de su numerosa familia.
Como la mayoría de los buenos escritores del siglo XIX, Nervo pasó enormes apuros económicos. Trabajó en los periódicos El Universal, El Nacional y El Mundo, entre otros.
En 1894 se mudó a la Ciudad de México, donde empezó a ser conocido y colaboró en la Revista Azul de Manuel Gutiérrez Nájera. Fue embajador de México en Madrid y Montevideo.
Nervo escribió cuentos, libros de viaje, ensayos y, sobre todo, poemas. Su primera obra, la novela El bachiller (1895), muestra rasgos naturalistas, y en sus primeros poemarios, Perlas negras y Místicas (ambos de 1898), ya aparecen características modernistas.
A fines del siglo XIX fundó la Revista Moderna. En 1901 conoció al amor de su vida, Ana Cecilia Luisa Dailliez, quien murió el 7 de enero de 1912. Una de sus obras maestras, La amada inmóvil, publicada póstumamente en 1922, está inspirada en la muerte de Ana.
Nervo falleció el 24 de mayo de 1919 en el Parque Hotel de Montevideo, a los 48 años. Fue sepultado en la Rotonda de los Hombres Ilustres (ahora Rotonda de las Personas Ilustres), en la Ciudad de México, el 14 de noviembre del mismo año. En España, Brasil, Venezuela y Uruguay también se le rindieron honores al autor de Lira heroica (1902) y Los jardines interiores (1905).
Una de las venas poco exploradas de Nervo es su obra fantástica. Según el escritor e investigador José Ricardo Chaves, es similar a la de Leopoldo Lugones o Rubén Darío. “La estrecha vinculación de Nervo con lo fantástico, con lo misterioso, nace naturalmente a partir de su particular sensibilidad, y su ocultismo es gnóstico”, refiere.
Asimismo, trae a colación lo que Alfonso Reyes escribió al respecto: “Nervo busca la emoción religiosa a través del espiritismo y la magia. Asiste a las sesiones en que se hace hablar a los muertos por boca del médium, y medita largamente en ello”.
Chaves agrega: “Los lectores se encontrarán con un ignorado narrador de lo fantástico, con un explorador del castillo de lo inconsciente, dispuesto a vencer dragones y toda suerte de obstáculos por alcanzar el cáliz sagrado del misterio y, al final, ser derrotado por la atracción de este mundo y el demonio de la duda”.
En su relato El diamante de la inquietud, Nervo escribió: “Sí, estoy en paz con la vida. Amo la vida. Como Diderot, sufriría con gusto diez mil años las penas del infierno, con tal de renacer. La vida es una aventura maravillosa. Comprendo que los espíritus que pueblan el aire, ronden la tierra deseando encarnar”.