Alain Cavalier, filmar para conjurar la muerte

Cultura

Con Être vivant et le savoir (Living and Knowing You Are Alive), el cineasta enriquece su original filmografía con un nuevo docu-ficción muy íntimo, nacido de un proyecto fracasado con la novelista y guionista Emmanuèle Bernheim, su amiga durante treinta años fallecida en 2017.

Capturar la existencia para alejar a la muerte: así podríamos explicar el enfoque artístico Alain Cavalier, cuyas obras más recientes buscan sobre todas las cosas inmortalizar algunos momentos de la vida, de la suya propia y de la de los demás.

Incluso cuando se evade y se acerca a lo imaginario, su cine permanece anclado en la realidad de las emociones o de las situaciones vividas por el cineasta. Y para reflejarlas de manera óptima en la pantalla, este observador poético de la rutina diaria, que asocia el cine con la inmortalidad, no prepara nunca sus rodajes pues está convencido de que las películas deben alimentarse de manera natural ya que podrían agotarse durante la preparación.

Desde hace veinte años, Alain Cavalier prefiere descubrir lo esencial y lo material filmando solo, una obsesión que alimenta cada día con tomas inesperadas con su pequeña cámara, una herramienta de resistencia ante la muerte que le ha permitido adueñarse completamente de su trabajo. «Solía pensar que era necesario vivir mucho para filmar un poco. Ahora sé que filmar y vivir son exactamente lo mismo», afirma.

En Être Vivant et le Savoir (Living and Knowing You Are Alive), Alain Cavalier revela un capítulo íntimo y doloroso a la mirada de los espectadores. Lleno de dolor, el director se dedicó a retocar y enriquecer con nuevas secuencias el vídeo diario que mantenía de manera regular con Emmanuèle Bernheim.

Juntos preparaban una narración inspirada en el libro autobiográfico de la escritora, Tout s’est bien passé, en el que narra la experiencia de acompañar a su padre al final de su vida. Antes de morir, a pocas semanas del rodaje, la guionista debía interpretarse a sí misma y Alain Cavalier a su padre.

«Mi capacidad para aceptar las cosas como son, afianzada por el valor de Emmanuèle y de su padre, ilumina con una luz apaciguadora lo que ofrezco a los espectadores», destaca el cineasta.