20 años después de la Declaración de Durban, el racismo sigue impregnando las instituciones, las estructuras sociales y la vida cotidiana

Internacional

En el aniversario de la histórica Declaración, altos funcionarios de la ONU y líderes mundiales señalan que la xenofobia, la misoginia, las conspiraciones de odio, la supremacía blanca y las ideologías neonazis se están extendiendo y llaman a permanecer juntos como una familia humana, rica en diversidad.

Dos décadas después de que se adoptara una declaración histórica para erradicar el racismo, la discriminación sigue «impregnando las instituciones, las estructuras sociales y la vida cotidiana en todas las sociedades», dijo el miércoles el Secretario General de la de la ONU.

Con motivo del 20º aniversario de la Declaración y el Programa de Acción de Durban, los Jefes de Estado y de Gobierno se reunieron en el salón de la Asamblea General para debatir sobre las reparaciones, la justicia racial y la igualdad de los afrodescendientes, en el marco de la semana de alto nivel de la ONU.

«Los afrodescendientes, las comunidades minoritarias, los pueblos indígenas, los migrantes, los refugiados, los desplazados, y tantos otros, siguen enfrentándose al odio, a la estigmatización, a la búsqueda de chivos expiatorios, a la discriminación y a la violencia», dijo António Guterres.

«La xenofobia, la misoginia, las conspiraciones de odio, la supremacía blanca y las ideologías neonazis se están extendiendo, amplificadas en las cámaras de eco del odio», añadió.

Vínculos con la desigualdad de género

El titular de la ONU afirmó que los derechos humanos están siendo atacados, desde infracciones flagrantes hasta transgresiones sigilosas.

El racismo estructural y la injusticia sistemática siguen negando a las personas sus derechos humanos fundamentales, y los vínculos entre el racismo y la desigualdad de género son inconfundibles.

Algunos de los peores impactos en las «superposiciones e intersecciones de la discriminación» los sufren las mujeres. Y el mundo está asistiendo a un «preocupante aumento» del antisemitismo, el creciente fanatismo antimusulmán y el maltrato a las minorías cristianas, señaló Guterres.

El Secretario General instó a todos a condenar la discriminación, los discursos de odio y las afirmaciones sin fundamento, ya que los que impulsan esa ideología hoy en día, denigran «nuestra lucha esencial contra el racismo».

Reconocer la resonancia del pasado en el presente

Guterres destacó la «agenda transformadora» lanzada por la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos para tratar de desmantelar el racismo sistémico, garantizar la rendición de cuentas y ofrecer justicia reparadora.

«Este nuevo despertar, a menudo liderado por las mujeres y los jóvenes, ha creado un impulso que debemos aprovechar», dijo, reconociendo también los «avances significativos» realizados por el Foro Permanente de Afrodescendientes en la lucha contra el racismo sistémico.

El titular de la ONU pidió a los Estados miembros que «adopten medidas concretas» para apoyar estos esfuerzos a nivel nacional y mundial y que «reconozcan la resonancia contemporánea de los crímenes del pasado que siguen acechando nuestro presente«, como el sufrimiento transgeneracional y las desigualdades estructurales «profundamente arraigadas en siglos de esclavitud y explotación colonial».

«Debemos revertir las consecuencias de generaciones de exclusión y discriminación, incluidas sus evidentes dimensiones sociales y económicas, mediante marcos de justicia reparadora», declaró.

Unidos en una humanidad común

Además, instó a todos a «reconocer la diversidad como riqueza» y a comprender que la lucha contra el racismo es una lucha universal y «concreta en cada sociedad».

«Ningún país puede pretender estar libre de él», dijo, subrayando la necesidad de corregir los desequilibrios políticos, económicos y estructurales; garantizar que todos se sientan respetados como miembros valiosos de la sociedad; y «permanecer juntos como una familia humana, rica en diversidad, igual en dignidad y derechos, unida en solidaridad«.

En un momento en el que el mundo se siente más dividido que nunca, el Secretario General animó a todos a «unirse en torno a nuestra humanidad común (…) y volver a comprometernos con este propósito esencial».

Enmendar las cosas

La Alta Comisionada para los Derechos Humanos afirmó, por su parte, que es vital abordar las consecuencias duraderas del racismo, ya que millones de personas siguen soportando su carga, pasada y presente; el legado de la explotación colonial y la esclavitud inhumana y criminal de los africanos.

Las reparaciones deben ir «más allá del simbolismo» para incluir medidas de restitución, rehabilitación y garantías de que no volverá a ocurrir, dijo Michelle Bachelet.

Tales reparaciones requerirán «capital político, humano y financiero», añadió la responsable de derechos de la ONU, que indicó que esa restitución «debe considerarse junto con el enriquecimiento que supuso para muchas economías la esclavitud y la explotación».

Avanzar en la agenda contra el racismo

Utilizando el ejemplo de una mujer migrante pobre de ascendencia africana, Bachelet destacó las «manifestaciones múltiples e intersecciones» de la discriminación racial.

Subrayó que la lucha contra esta plaga requiere un enfoque global con «estrategias concretas y objetivos con plazos definidos» que se integren en las leyes y las políticas.

Aunque su Oficina seguirá apoyando las acciones, subrayó que la agenda contra la discriminación pertenece a todos, independientemente de la raza, el color, el origen nacional o la afiliación religiosa.

«Se puede lograr la justicia racial, para los afrodescendientes y para todos los demás que sufren discriminación racial», aseguró la responsable de derechos humanos.

Abordar el racismo

Por su parte, el Presidente de la Asamblea General sostuvo que el mundo no ha hecho lo suficiente para «hacer frente a la omnipresencia» de la discriminación racial, la intolerancia y la xenofobia.

«El racismo engendra violencia, desplazamiento y desigualdad.  Sigue vivo porque lo permitimos. Penetra en la sociedad porque no reconocemos la diversidad», dijo Abdulla Shahid.

La pandemia del COVID-19 es un ejemplo más de lo lejos que está el mundo de corregir los errores del pasado.

Aunque reconoció que las debilidades estructurales preexistentes eran «una receta para el desastre» mucho antes del coronavirus, observó que a lo largo de la pandemia vemos cómo los marginados y vulnerables «se quedan más atrás», y a muchos «se les niega la igualdad de acceso a la salud, la educación y la seguridad».

Dar un giro a la intolerancia

Durante este «punto de inflexión» en el tiempo, Shahid instó a los líderes mundiales a «cambiar el rumbo del racismo y la intolerancia» reconociendo estos fallos y buscando la igualdad racial para «cerrar esa brecha» y crear resiliencia para los que se quedan atrás.

Subrayó la importancia de reconocer el pasado, diciendo que «no podemos dejar atrás lo que no se aborda«.

«Animo a la comunidad internacional, a los individuos, a los líderes y a las partes interesadas, a entablar un diálogo más profundo y honesto para abordar este problema mundial», dijo.

La esclavitud, crimen contra la humanidad

El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, también participó en la reunión a través de una declaración grabada en vídeo en la que afirmó que la Declaración de Durban y la acción resultante encarnan los compromisos de la comunidad internacional para abordar tanto el legado del pasado como las formas contemporáneas de racismo, y reconocer que la esclavitud y la trata de esclavos son crímenes contra la humanidad.

En la reunión, los Estados miembros también adoptaron una resolución para movilizar la voluntad política a nivel nacional, regional e internacional con el fin de aplicar plenamente la Declaración, que es un hito.